Fénix 47, 85-105

–97– B iblioteca nacional del perú Baltazar, era una mujer de clase media. Apenas acababa de terminar el colegio y estaba indecisa entre buscar trabajo, estudiar o casarse, aunque ninguna de las tres activida- des la convencían del todo; en todo caso no tenía necesidad, pues vivía en una familia con recursos, con servicio doméstico y comodidades; era convenida, inteligente, frívola, práctica y libertina; su representación estaba muy sensualizada, muy a tono con las repre- sentaciones de mujeres en revistas como El Tony o Rico Tipo ; tenía el busto y las caderas pronunciadas y usaba su cuerpo como un medio para conseguir sus objetivos, pues co- nocía que podía manejar a los hombres de esa forma. Por su parte, «Serrucho» , de David Málaga, era un provinciano, migrante desde Huancayo, que había llegado a Lima, y en sus aventuras citadinas se veía envuelto en muchos problemas por su desconocimiento de los códigos urbanos. Al igual que los otros personajes también era preso de prejuicios, pues se asumía que tenía una naturaleza lasciva, adictiva, delincuencial y violenta. Todas estas tiras cómicas, junto a «Sampietri» , eran autoconclusivas. Por otro lado, se publicaron historietas serializadas que tenían un argumento que se desarrollaba a lo largo de los días como «Cadena de oro» y «Yasar del Amazonas». La primera, historieta de Juan Ossio, narraba las aventuras de Juan Santos, un indígena heroico, fuerte y suspicaz que luchaba en su medio natural, los Andes, contra doctores maniáticos, inva- siones extraterrestres, fantasmas, bandoleros y civilizaciones perdidas. Era un relato de aventuras que presentaba al mundo andino como un lugar donde lo misterioso e insólito era posible, de hecho, la fuente del poder de Juan Santos era un objeto má- gico. La segunda era una historieta de Jorge Salazar que, a semejanza de «Tarzán» u otro tipo de narrativas con el mismo contenido, presentaba las vicisitudes del héroe que luchaba contra animales feroces, tribus salvajes y bandoleros inescrupulosos en un escenario plagado por el semisalvajismo; por ello, el héroe muchas veces ayudaba a los occidentales a sobrevivir en un ambiente tan hostil. Un elemento que nos revela la lectura de estas tiras cómicas es el agradecimiento personalizado que hacían dibujantes como Fairlie o Málaga a sus lectores por las ideas que les sugerían para componer sus tiras cómicas. Con recurrencia ambos caricaturistas colocaban al final de las viñetas el nombre y el lugar de residencia del colaborador. Si bien no tenemos acceso a ese tipo de cartas, podemos deducir que las tiras cómicas también se convirtieron en espacios en los cuales se interrelacio- naban el lector y el creador; a su vez, el vespertino constantemente informaba a los lectores cuando las tiras cómicas se suspenderían brevemente por las vacaciones de los dibujantes, y anunciaban su regreso, ya que se consideraba que los consumidores deberían estar informados de estas situaciones. La influencia de estas tiras cómicas puede rastrearse también en otras manifes- taciones sociales y culturales. Así, por ejemplo, «Sampietri» fue inspiración de un vals de Eduardo Rosales Villanueva, interpretado por Luis Abanto Morales en los cincuenta. También se conoce la existencia del vals «Desembólate chontril» de Ma- rio Cavagnaro, sabiendo que «chontril» era uno de los tantos términos que se usaba Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.47, 2019

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