Fénix 47, 85-105

–90– F énix n ° 47 / 2019 Palomilla, dirigida por Guillermo Ugarte Chamorro, fue una publicación que se presentaba como «la revista de los niños peruanos», y las historietas que contenía eran relatos de aventuras y comedias de situación. La revista tenía personajes un tanto olvidados actualmente como «Frejolito», «Pepilín y Nolicón» y «Pepoyo y Chabike» de Ricardo Marruffo, y «Juan Mella» de Julio Fairlie. También aparecían por entregas las historietas de «El hombre sombra» de Carlos Núñez, «Pedrito, el indiecito estudiante», «El bandolero fantasma» de Demetrio Peralta y «Perdidos en la selva» de Carlos Rome- ro. Esta revista se publicó durante tres años y llegó a tener cuarenta números con un tiraje de veinte mil ejemplares (Lucioni, 2001, p. 263). Lucioni manifiesta que cuando se dejó de editar Palomilla, hubo un vacío en la producción de historietas peruanas. Quizá, por ello, los diarios se llenaron de strip internacionales, hasta que a fines de los cuarenta apareció el que sería considerado el primer personaje peruano de una tira cómica, Pachochín (Silva, 2016, p. 33). PACHOCHÍN Y LOS LECTORES DE CLASE MEDIA El diario aprista La Tribuna, dirigido por Manuel Seoane, apareció en 1931, y desde entonces se convirtió en un medio de oposición al gobierno y encabezó las protestas contra los regímenes militares. Por ello, fue clausurado, en 1932, por una ley de emer- gencia que vedaba la literatura comunista (Gargurevich, 1991, p. 151). Tuvo ediciones clandestinas durante los gobiernos de Sánchez Cerro y Óscar R. Benavides, pero volvió a la legalidad en 1945 cuando se levantó la candidatura de José Luis Bustamante y Rivero, como parte del Frente Democrático Nacional, en el que el Apra decidió participar. Una vez conseguida la victoria electoral, el diario pasó de ser un frente político a un periódi- co profesional con un equipo editorial estable que mezcló el contenido político con la miscelánea social, la escena internacional y la noticia cultural; un estilo de vida de clase media, notificó la cartelera de cine y teatro, informó sobre deportes, anunció electrodo- mésticos, cursos de especialización e inglés y, por supuesto, publicó historietas. La Tribuna inicialmente publicó en sus últimas páginas viñetas de humor de si- tuación (las tiras cómicas autoconclusivas, es decir aquellas que se reinventan diaria- mente) e historias serializadas (aquellas que presentan un argumento en varios días y recurren al «continuará…»). En un primer momento, el diario publicó las tiras cómicas de la United Feature Syndicate, puesto que tenía los derechos reservados de «Tarzán» , «El otro yo del Dr. Merengue» y «El capitán y sus dos sobrinos». El éxito de estas prime- ras tiras cómicas obligó a la redacción a incluir otras, como pasó con la historieta «Las aventuras de Avivato» de Lino Palacio. Fue en esta época que apareció la tira cómica «Pachochín» , el viernes 16 de abril de 1947; su creador fue Carlos Roose Silva (Crose como se hizo conocer), un joven trujillano radicado en Lima, quién llegó a la redac- ción del diario con tan solo diecisiete años. Su tío materno Humberto Silva Solís, jefe de redacción de La Tribuna y dirigente del partido aprista, fue quién lo llevó a trabajar al diario. Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.47, 2019

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