Fénix 47, 85-105

–92– F énix n ° 47 / 2019 «Pachochín», al parecer, tuvo un inusitado éxito en los lectores del diario, tanto así que, a fines de 1947, La Tribuna entrevistó a las dos jóvenes promesas de su equipo edi- torial: Manuel Scorza y Carlos Roose. En aquel texto, el historietista remarcó los moti- vos que lo llevaron a crear a su singular personaje; Crose manifestó que, en el medio, no había ningún personaje peruano, por lo tanto, buscó y dibujó a uno que pudiera satisfacer a los lectores peruanos. 5 De esta manera, Crose buscó crear una historieta nacional en la que se representaran todos los individuos de la calle. Sin embargo, La Tribuna , a pesar de su éxito editorial y periodístico, tuvo un alcance limitado, no solo por el número de tiraje, sino por el contenido y los tipos sociales a los que el diario podía llegar, sobre todo a grupos sociales medios. Como manifiesta Isabella Cosse, muchas veces los efectos y percepciones que una historieta transmite en los lectores distan de los objetivos del autor, debido a que la historieta, como todo objeto artístico, es una obra que está en constante comunicación, redefinición e interpretación entre el creador y su público (2014, p. 26). Así, «Pachochín» pudo haber sido creado como una historieta que pretendiera reflejar lo nacional, pero solo los individuos de clase media se sintieron atraídos y representados por las aventuras del personaje, ya que lograban descifrar los códigos de comunicación que se transmitían. La tira cómica «Pachochín» presentaba un individuo de clase media; los escena- rios, el estilo de vida, las amistades y el ocio demuestran que nuestro personaje no era un miembro de la aristocracia pero tampoco un proletario; de hecho critica al primer grupo social e intenta alejarse del segundo. «Pachochín» trabajaba en una oficina, era un empleado de «cuello blanco», estaba alejado del espacio obrero, qui- zás por ello podía interactuar directamente con los jefes, un distintivo de un sector social diferenciado como menciona Parker (1998, pp. 15-16), y a veces podía intentar poner un negocio propio. El espacio doméstico estaba caracterizado por una casa decente, una sala de estar y una biblioteca en la que nuestro personaje a veces leía en las noches, es decir, tenía a su disposición un tiempo de ocio del que pocas personas del mundo obrero disponían; por ello, podía acudir a teatros, cines, restaurantes elegantes, cafés, podía incluso viajar y practicar deportes con los compañeros de oficina. Así, todos estos códigos de comunicación solo pudieron ser comprendidos por las personas de clase media que compartían el mismo estilo de vida del que se mofaba Crose. Esto se explica porque el humor necesita una audiencia familiarizada con los temas que la historieta convoca, ya que, como menciona Freud (1988), reírse con otros revela la existencia de una amplia concordancia psíquica (pp. 1030-1167). El éxito de la historieta puede rastrearse en diversas fuentes. La Tribuna afirmó en la época que la creación de Crose «(…) es ya un personaje popular. Los niños esperan ansiosos su visita matinal, y los adultos lo siguen con vivo interés en sus andanzas irónicamente ingenuas». Por otro lado, Crose en muchas viñetas agrade- 5 La Tribuna , 7 de diciembre de 1947. Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.47, 2019

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