Fénix 47, 9-29

–10– F énix n .° 47 / 2019 En el caso de los libros de San Martín, estos llevan un ex libris (Lozier, 2015) , con una simple ornamentación de borlas que circunscriben su borde, en cierta me- dida semejante al de la Universidad Mayor de Córdoba; este detalle nos muestra la formación del libertador, imbuido por la cultura y la lectura. El historiador chile- no Benjamín Vicuña Mackenna ilustra bien el amor por la lectura del libertador: «pasaba los días enteros sin soltar los libros de sus manos, embebido en lecturas serias, que gustaba comentar en sus conversaciones» (Vicuña, citado en Lozier, 2015, p. 59). Efectivamente, el listado de donación nos muestra que San Martín poseyó libros de diversos tópicos: arte militar, historia, geografía, viajes, enciclope- dias, derecho, matemáticas, bellas artes, oficios prácticos, literatura, entre otros. 3 Siete meses después de su fundación, el marqués de Torre Tagle, supremo dele- gado del Perú, para dar continuidad al proyecto sanmartiniano, nombró al preben- dado Mariano Arce como primer bibliotecario del establecimiento nacional. Tam- bién se designaría a Joaquín Paredes como segundo bibliotecario. Sin embargo, los inicios de la institución debieron estar acompañados de ciertas dificultades, como ha señalado Estuardo Núñez respecto a los saqueos que sufrió en medio de la arremetida realista en Lima por esos años (Núñez, 1971). Con todo, el siglo XIX fue un periodo de dificultades que los directores y en- cargados pudieron revertir y así aumentar sus colecciones (Palma, 1884, p. 4). En algunos casos, se trató de esfuerzos desde el Gobierno, como el dado por una reso- lución en 1830. Esta gravaba la importación de libros extranjeros con un 3% de su valor, para otorgar una renta destinada específicamente a la adquisición de libros, lo que nos muestra el interés que existía en la joven República por adquirir las grandes obras que se publicaban en el extranjero (Valderrama, 1971). Este esfuerzo debió conllevar ciertos riesgos por el incremento de la colección, razón por la que el pre- sidente Luis José de Orbegoso firmó una modificación al reglamento de 1822, en la que se sancionaba a quienes poseían en su propiedad libros de la Biblioteca de Lima (Valderrama, 1971). Este decreto también trajo consigo una novedad, una nueva medida de protección y control: se mandaba dejar estampado en los libros un sello que identificara su propiedad, una marca ovoide con el escudo de la República y el nombre de la «Biblioteca Pública de Lima», el que debía colocarse en la portada y en las páginas 40 y 80. 4 También se estableció un segundo tipo de sello, uno caldeado en el fuego, que llevaría solo la inscripción «Biblioteca Pública de Lima», que debía ser marcado en el canto superior del libro (Oviedo, 1862). 3 Para un análisis de los temas que se encontraban en la colección de San Martín, ver Caillet-Bois, T. (1978). El incendio de la biblioteca de Lima y la colección de San Martín. En VV.AA . San Martín y la cultura. Buenos Aires: Comisión Nacional Ejecutiva de Homenaje al Bicentenario del Nacimiento del General José de San Martín, Instituto Nacional Sanmartiniano, pp. 28-37. 4 Decreto 435 del Ministerio de Instrucción Pública y Justicia, con fecha 13 de junio de 1836. Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.47, 2019

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