Fénix 47, 9-29

–12– F énix n .° 47 / 2019 En el transcurso de los años, los directores buscaron siempre incrementar la colección. Durante el mandato del presbítero Francisco de Paula González Vigil, quien fue el director que pasó mayor tiempo al mando de la biblioteca, ya que estu- vo en la dirección en dos periodos (1836-1839 y 1845-1875), se realizaron los prin- cipales donativos de coleccionistas particulares. En 1859, se adquirió la biblioteca de Joaquín Paredes (2134 libros) y, en 1863, la de Manuel Pérez de Tudela (2134 libros). Cabe recordar que, en 1840, también había ingresado como donación la librería de Miguel Fuentes Pacheco, compuesta de 7792 libros (Guibovich, 2009, p. 91). Posteriormente hicieron lo mismo los señores Juan Coello y José Toribio Polo (Valderrama, 1971). Los datos estadísticos que se recogieron para la ciudad de Lima, durante los años de 1841-1871, permiten constatar que los fondos de la Biblioteca Nacional del Perú fueron acrecentándose desde mediados del siglo XIX. Este recuento nos indica que la Biblioteca Nacional del Perú llegó a contar en sus colecciones con obras de suma importancia, como bien recuerda Palma en su Memoria de director de 1884: Habíase logrado reunir en ella las más raras y valiosas ediciones de la Biblia. Recuerdo, entre otras, la políglota complutense de Jiménez de Cisneros, la de Amberes de Arias Montano, la de Londres de Briat Walton, la Sixtina, la glogo- lítica de los rusos, los Evangelios en lenguas gótica y vascuense, la antigua Biblia itálica, las de Duhamel, Saatier, Vence, Sasy, Scio y, Amat (Palma, 1884, p. 4). Para tener una idea de la colección que llegó a poseer la Biblioteca Nacional del Perú antes de 1881, seguiremos la descripción de Palma: «en ediciones plantinas, elze- Figura 2: Toma del corte superior de libro Las Obras en versos de Don Francisco de Borja . Amberes: La imprenta plantiniana de Balthasar Moreto, 1663 (BNP). Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.47, 2019

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