Fénix 47, 9-29

–17– B iblioteca nacional del perú en el mercado, al precio de seis centavos libra, para envolver especias y cosas por el estilo (Paz Soldán, 1884, p. 737). Así como los mencionados, han quedado otros testimonios que evidencian que muchos libros terminaron en manos de civiles en la misma ciudad de Lima. EL INVENTARIO DE DOMEYKO (1881) Trasladados los libros de la Biblioteca Nacional del Perú a la ciudad de Santiago, el gobierno chileno decidió encomendar su inventario al sabio polaco Ignacio Domeyko (1802-1889), entonces rector de la Universidad de Chile. Domeyko entregó, tiempo después, un informe que fue publicado en el diario oficial de Chile entre los días 22, 23 y 24 de agosto de 1881, lo que no realizó con agrado: «Esta misión fue para mí de lo más desagradable y antipática, pues me recordaba lo que habían hecho los rusos con nuestras bibliotecas y colecciones de la Universidad de Vilna» (Godoy y Lastra, 1994, pp. 245-246). Como resultado de su trabajo, consignó registrar más de 10 000 volúmenes, que fueron remitidos a la Universidad de Chile el 13 de junio (74 cajas) y 21 de junio (80 bultos) sin precisar su contenido. La posición de Domeyko sobre la guerra era contundente. Lo mencionado queda de manifiesto en una carta a Wladislav Laskowicz, del 23 de mayo de 1881, donde dice: No tengo nada bueno que contarte sobre Chile. Nuestro triunfo en Perú, a un alto costo humano y material, no ha significado, fuera de la gloria militar, ningu- na ventaja. Los peruanos, perdiendo todo su ejército, su capital y los principales puertos ocupados, con su marina de guerra destruida, el tesoro en quiebra, con asonadas de bandidos, oponen, y esto no lo pueden impedir, una resistencia pacífica, peor que la armada y hay que reconocerles que durante toda la gue- rra, durante dos años de derrotas, no se dejaron humillar ni se desanimaron, ni hubo partidos que buscaran un acuerdo con los enemigos (Godoy y Lastra, 1994, p. 357). Y en su carta del 14 de junio de 1881 dice: […] hay que reconocer que pese a la anarquía, y a que este país [Perú] perdió todo su ejército regular, sus ciudades portuarias, las reservas de guano y salitre, y a pesar que fue desprovisto de las entradas aduaneras de todas las fuentes de riqueza que poseía, aún no se entrega en forma incondicional. Se mantiene porfiadamente, a lo mejor más fuerte y eficaz que cuando disponía de 30 mil soldados armados, ya que no es posible dominar una costa de 300 o 400 millas de largo y dos cordones cordilleranos de similar longitud y toda la comarca de la sierra (Godoy y Lastra, 1994, p. 358). Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.47, 2019

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