Fénix 48, 129-147

139 F énix . R evista de la B iblioteca N acional del P erú , N.48, 2020 pueblo y la cultura andinos [sic]; y la vanguardia, que buscaba modernizar la literatura peruana insertándola en la línea central de la literatura internacional» (2006, p. 195). En 1943, la desgracia volvió a caer en las instalaciones de la Biblioteca Nacional del Perú. Fue un incendio, reportado desde la mañana del domingo 10 de mayo, que dañó y consumió irreparablemente las colecciones de las salas América y Europa, los periódicos peruanos, la estantería de cedro y los retratos de los escritores perua- nos que en sus paredes colgaban (Padró y Tamayo, 1991). Ante esta adversidad, el Gobierno creó la Comisión Pro Reconstrucción de la Biblioteca Nacional del Perú y nombró como secretario a Jorge Basadre, ilustre investigador que asumiría la di- rección de la biblioteca, un mes después, y, posteriormente, el cargo de ministro de Educación en dos ocasiones: 1945 y 1956-1958. La gestión de Basadre significó un hito no solo en la historia de la Biblioteca Nacional del Perú, sino también en lo refe- rente a la difusión de la cultura y la lectura. Por aquellos años impulsó publicaciones bibliográficas como el Anuario Bibliográfico , el Boletín Bibliográfico y la revista Fénix ; instauró la Escuela Nacional de Bibliotecarios y fomentó la creación y desarrollo de bibliotecas públicas y escolares. En otros contextos, la crisis provocada por la guerra civil española de 1936 hizo que muchos editores, impresores e intelectuales emigraran al continente americano. Ellos se asentaron principalmente en México y Argentina, favorecieron el desarrollo de la industria editorial de ambos países. Perú, al no gozar de esta suerte, y luego de fallecido el editor Mariátegui, volvió a paralizar su ritmo ascendente de producción editorial, y obligó a que los propios escritores fungieran de autor, editor y distribuidor al mismo tiempo (Cerlalc 1 , 1986). El desarrollo cultural también se vio perjudicado por la dictadura de Manuel A. Odría (1948-1956). Ella afectaría la realización de las siguientes ediciones de la primera Feria del Libro, fomentada por la Biblioteca Nacional del Perú en 1947, ya que dicho Go- bierno «propició la quema de libros, la discriminación de fuentes proveedoras y la per- secución de escritores» (Sánchez, 1978, p. 52). Al finalizar este periodo, los intelectuales exiliados volvieron al Perú, algunos de ellos con conocimientos ganados fuera del país, y en su afán de buscar un sustento económico en su patria, establecieron proyectos que promovieran la lectura. Este fue el caso de Manuel Scorza, quien después de su retorno de México colaboró íntegramente en la publicación de textos (Aguirre, 2017). A finales de los años 50, la actividad editorial resurgió con mayor ímpetu tras la aparición de las ediciones populares por parte de los editores Juan Mejía Baca, Pablo Villanueva y, actuando algunas veces de director de las colecciones, Manuel Scorza (Sán- chez, 1978). Estos libros, en formato de libros de bolsillo, presentaban títulos de obras clásicas tanto nacionales como internacionales, algunos con contenido literario y otros sobre aspectos sociales y políticos. Debido a su asequible y bajo precio, la demanda año 1 Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y El Caribe. Magaly Milagros Sabino La Torre

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