Fénix 48, 129-147
136 F énix . R evista de la B iblioteca N acional del P erú , N.48, 2020 e Indias, en la censura y el otorgamiento de licencias tanto en España como en América» (1997, p. 115). El mismo autor ha estudiado extensamente los comportamientos y hábitos lectores durante gran parte de la historia colonial del Perú y narra cómo entró en vigencia aquella ley y qué espacios fueron los mayormente inspeccionados: El registro de los establecimientos sospechosos de propiciar lecturas prohibidas prosi- guió en toda la ciudad al amparo de la nueva ley de imprenta. El Gobierno y la Inqui- sición coordinaron esfuerzos para hacer continuas requisas en las librerías privadas así como en los cajones de Ribera. La persecución del libro se amplió a la misma aduana del Callao, donde no se permitió la entrada de ningún bulto sin haber pasado previa- mente un riguroso control. Sólo los cafés se libraron de la persecución gubernamental. Los cafés continuaron siendo los espacios predilectos del esparcimiento de las capas altas y medias (Peralta, 1997, p. 115). En este sentido, los cafés eran los lugares preferidos para el intercambio de ideas y lecturas. Señala también el autor, que para ese tiempo en estos espacios era muy frecuente la lectura del diario El Telégrafo Peruano, a cargo de Guillermo del Río , que en 1805 sería reemplazado por la Minerva Peruana . Entre los informes más resaltantes de este periódico, se menciona el desarrollo de la guerra entre España e Inglaterra y, como noticias locales, la introducción de la vacuna contra la viruela en la ciudad de Lima. El diario Minerva Peruana tendría incluso mayor acogida que su antecesor Mercurio Pe- ruano , gracias, según Del Río, a «la variedad de noticia, el entretenimiento y la propaganda fidelista» (Peralta, 1997, p. 116). Su popularidad incrementó aún más cuando la prensa invirtió el objetivo de las publicaciones haciendo del rumor una especie de noticia; así, llegaron incluso a publicar noticias falsas y creando desconfianza en sus lectores en más de una ocasión. En tanto a la propaganda fidelista que caracterizó al Gobierno del virrey Abascal, Peralta (1997) la denomina incentivo para un segundo impulso a la lectura en el siglo XIX. Ello debido a que significó «una cruzada por la difusión de valores de vasallaje a Fernando VII. Por esta razón, volvieron a salir los periódicos y se dio una mayor liber- tad de imprenta» (Cortez, 2005, p. 57). Esta libertad provocó que, en 1808, y en los dos siguientes años, el número de impresiones de textos religiosos sea igualado por el de los políticos. Pero el arribo de noticias de revoluciones independentistas en territo- rios cercanos hizo que el virrey aplicara nuevamente un control en las publicaciones y lecturas; acción que no duraría mucho, ya que en 1810 las Cortes de Cádiz decretaron la libertad de imprenta y circulación de periódicos y otros textos políticos. Aires republicanos y el nacimiento de la Biblioteca Nacional del Perú Con la abolición de la Inquisición en 1813 y frente a los cuestionamientos sobre qué hacer con el local que ocupaba aquella institución, nacieron propuestas de instaurar la Aproximaciones a la historia del libro y la lectura en el Perú
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