Fénix 48, 161-178

169 F énix . R evista de la B iblioteca N acional del P erú , N.48, 2020 chot, 2007, p. 305). Como habíamos mencionado líneas arriba, el libro es la obra con la que el autor ingresa al mundo, con la que se inserta en el presente, en un determinado momento de la historia. Podríamos iniciar un diálogo con algunas de las ideas de la pensadora alemana Hannah Arendt. La importancia de la obra como un artefacto producido a partir del pensamiento y con la cual el ser humano ingresa al mundo es parte de una permanente reflexión en la obra arendtiana. Así, la pensadora menciona que la reificación que se da al escribir algo se relaciona evidentemente con el pensamien- to que precedió a la acción, pero «lo que de verdad hace del pensamiento una rea- lidad es la misma hechura que, mediante el primordial instrumento de las manos humanas, construye las cosas duraderas del artificio humano» (Arendt, 1996, p. 186). Son palabras muy parecidas a las de Blanchot, las cuales mencionamos líneas arriba. A saber, que el escritor solo se hace cuando produce una obra, o sea una vez que produce un libro. Y en algo más coinciden Arendt y Blanchot. Esta reifi- cación, como ella gusta llamar al proceso en que el pensamiento se convierte en una realidad, una obra, un libro, para Arendt siempre paga un precio y este precio es la propia vida: «siempre es la letra muerta en la que debe sobrevivir el espíritu vivo» (1996, p. 109). Este carácter de muerte, continúa Arendt, «es el que separa el hogar original del pensamiento en el corazón o la cabeza del hombre y su destino final en el mundo» (2014, p. 35) 6 . El escritor es un homo faber que fabrica libros: ellos son su obra. Es la forma en que ellos ingresan y suman al artificio del mundo. Para Arendt, la existencia humana sería imposible sin las cosas, y estas serían un amontonado de artículos incoheren- tes, un no mundo, si estos no fueran condicionantes de la existencia humana. La fabricación de una obra le da estabilidad al mundo, le da solidez a un ser cuya per- manencia en el mundo es transitoria y mutable 7 . 6 Como aclaración, sería oportuno definir brevemente a lo que Arendt llama «mundo». Resumiendo, mundo es ese espacio que el ser humano crea artificialmente, por medio de las cosas que fabrica, entre él y la naturaleza. Además, es el espacio que también surge cuando se encuentra con otros seres humanos y con los que se relaciona por medio de la acción y del discurso. Arendt dice: «Somos del mundo y no solamente estamos en él; también somos apariencias, aparecemos y desaparecemos; y a pesar de venir de ningún lugar, llegamos bien equipados para lidiar con lo que nos aparezca y para tomar parte en el juego del mundo» (1996, p. 186). 7 Sería oportuno citar este poema de Jorge Luis Borges en el que precisamente se habla de la fugacidad de la existencia del hombre, en contraste con la permanencia de las cosas; inclusive, en los últimos versos, les otorga conciencia: El bastón, las monedas, el llavero, / la dócil cerradura, las tardías / notas que no leerán los pocos días / que me quedan, los naipes y el tablero, / un libro y en sus páginas la ajada / violeta, monumento de una tarde / sin duda inolvidable y ya olvidada, / el rojo espejo occidental en que arde / una ilusoria aurora. ¡Cuántas cosas, / limas, umbrales, atlas, copas, clavos, / nos sirven como tácitos esclavos, / ciegas y extrañamente sigilosas! / Durarán más allá de nuestro olvido; / no sabrán nunca que nos hemos ido (1984, p. 992). Juan José Magán Joaquín

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