Fénix 48, 179-203

198 F énix . R evista de la B iblioteca N acional del P erú , N.48, 2020 ma de la novela, se mantienen imbatibles a 2019: una la introdujo Alfaguara en 1999 («dice Ambrosio» en Vargas Llosa, I, 1969, p. 178, aparece como «dijo Ambrosio» en Vargas Llosa, 2019, p. 204) y otra se niega a enmendarse desde la de Seix Barral («dijo Queta» aparece como «dice Queta» en Vargas Llosa, II, 1969, p. 269, y 2019, p. 701). Sobrevive un «ay no te acuerdas» (Vargas Llosa, 2019, p. 95) de Zavalita que en el ori- ginal es «ya no te acuerdas» (Vargas Llosa, I, 1969, p. 81), así como topónimos escritos incorrectamente por el autor («el Frontón» en vez de El Frontón, «la Parada» en vez de La Parada, etc.). Con todo, la edición reciente de Conversación… es la que más nos acerca a una limpieza «definitiva» del texto, con apenas trece erratas identificadas 28 . A modo de conclusión Conversación en La Catedral es una novela que hoy no provoca miedo ni indiferencia sino reverencia, que ha dejado de citarse solo en el medio universitario y periodístico para llegar a los lugares menos pensados: el tenor Juan Diego Flórez la mencionó en una entrevista sobre sus éxitos como «uno de mis libros favoritos» (Huertas, 2009, p. 29) y varias novelas latinoamericanas y peruanas la han homenajeado de un modo o de otro, como Tinta roja de Alberto Fuguet, Flores amarillas de Raúl Tola o (un homenaje brillante en el título) Los últimos días de La Prensa de Jaime Bayly. El cubano Leonardo Padura la relee de principio a fin cada vez que empieza la redacción de una novela y en la película Regreso a Ítaca , que lleva libreto suyo, los personajes se recitan de memoria líneas de Conversación... como otros lo hacen con Shakespeare o Cervantes. Es verdad que, entre el entusiasmo general, hay todavía insuficiencias y vacíos en la crítica sobre Conversación... Entre los múltiples asuntos que la novela plantea, podría mencionarse la ausencia de una discusión más «actual», por llamarla de algún modo, de la relación entre don Fermín y Ambrosio. ¿Qué es lo que causa náusea y pesadum- bre a Santiago en la gran «revelación» de la novela, el homosexualismo de su padre o el posible sicariato que lo involucra? Kristal señala que la fuente es el melodrama mexi- cano de los años cuarenta: mucha agua ha corrido desde esos años, y es posible que sea cada vez más difícil asombrarse de alguna «sordidez» (pp. 154-155) en la homose- xualidad (o bisexualidad) de Fermín, o entender dónde está lo «encanallado» (Oviedo, 1982, p. 235) en el asunto 29 . La «decencia escandalizada» de Santiago y de su familia bien podrían transformarse en prejuicios de época, y la actitud de Ambrosio, entre la empatía y la compasión por su jefe, en una respuesta ordinaria en la actualidad. Lo comentó el propio Vargas Llosa cuando se refirió a los hábitos desinhibidos de unos personajes en Paradiso de Lezama Lima: 28 Quizás convenga dar la lista de las erratas más gruesas en la edición de 2019, aparte de las mencionadas: «Bustamente» por Bustamante (p. 43), «Arbaláez» por Arbeláez (478), «Magadalena» por Magdalena (514), «las señora» por la señora (515) y «de verás» por de veras (643). 29 Oviedo también llama equivocadamente «pederasta» a Fermín (Oviedo, 1982, pp. 219, 222): «A Santiago le parece que saber que su padre era pederasta es el acontecimiento decisivo de su frustración». Así que pasen cincuenta años: transfiguraciones de la primera a la última edición de Conversación en La Catedral

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