Fénix 48, 29-45

39 F énix . R evista de la B iblioteca N acional del P erú , N.48, 2020 bastarían dos catalogadores, dos auxiliares y un mozo. El mozo para alcanzar los libros, limpiarles y volverles a colocar en los estantes. Los dos auxiliares para colar el número de orden al lomo del volumen, el ex libris al verso de tapa, en el ángulo superior izquier- do, y consignar en el Libro de Asiento un resumen o extracto de la ficha con sólo el nombre del autor, el título de la obra y el número de orden o colocación en los estan- tes. Los dos catalogadores sacarían doble juego de fichas: uno para el uso de lectores y empleados, otro para el archivo del establecimiento (González Prada, 1912, pp. 17-18). El método propuesto por Manuel González Prada aseguraba él en su Nota infor- mativa… , era tan sencillo que no entendía por qué no se había llevado a cabo en los veintiocho años de gestión de su antecesor. Siendo, comentaba con sorna, que la labor podría hacerla cualquier persona en Perú, pues los problemas de esta no hacían de la tarea «un nuevo trabajo de Hércules». Sea como fuere, sabemos por una carta enviada por Manuel González Prada al ministro de Justicia e Instrucción, el 8 de mayo de 1912, que una de sus primeras preocupaciones fue iniciar la catalogación. Puesto que González Prada contactó con la Tipografía del Lucero para presupuestar los gastos necesarios para emprender la tan soñada catalogación de la Biblioteca Nacional mediante la elaboración de fichas que sirvieran de base para el trabajo. E ste registro de libros propuesto no era una catalogación en el sentido moderno, continuaba siendo un método empírico, y su sentido de cambio respecto al sistema usado por Ricardo Palma radicaba en que las tarjetas con los datos de los libros, y correspondientes con las etiquetas colocadas en ellas, no se encontraban ya en un so- porte a manera de libro, sino en fichas o cédulas de catalogación, ordenadas en tapas o cartones de costura movible (Imagen 3). El sistema se emprendió y siguió usando durante algunos años como método de trabajo, en tanto los libros estaban divididos por materias y por tamaños (Basadre, 1975). Este sistema lo observamos en fichas que se conservan en la sección de manuscritos, en las que se puede ver el sistema descrito por González Prada, de hacer un «extracto de la ficha con sólo el nombre del autor, el título de la obra y el número de orden o colocación en los estantes» (Imagen 4). Rubén Fernando Robles Chinchay / Stifs Edgar Paucca Suárez

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