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52 F énix . R evista de la B iblioteca N acional del P erú , N.48, 2020 to cincuenta y ocho entradas de estudios relacionados publicados en Inglaterra, Alemania y Francia hasta entonces. Este crecimiento del interés hizo inevitable la aparición en 1890 de la English Ex-Libris Society 16 , que para el año siguiente contaba con cerca de trescientos miem- bros y una publicación mensual. En 1891, se funda la Exlibris-Verein zu Berlin 17 ; mien- tras que en Francia, el Dr. Ludovic Bouland, publicó una carta el 14 de marzo de 1892 en La Curiosite Universelle (N. o 269), en la cual invitaba a los coleccionistas a formar una sociedad en este sentido (Hamilton, 1892). Voto que se concretó el 30 de abril de 1893 con la creación de la Société Française des Collectionneurs d’Ex-Libris en París 18 , con el Dr. Bouland como presidente fundador 19 . En el mundo de habla hispana, el primer estudioso fue Mariano Pardo de Figueroa, bajo el seudónimo de Dr. Thebussem 20 publicó en 1875 un artículo en La Ilustración española y americana , donde define al ex libris como «al signo, marca ó [ sic ] letra que revela el nombre del propietario de un volumen» (1875, p. 215). En este estudio, le llama la atención la falta de interés con la que se tratan las estampas en las librerías españolas; señala que muchos ejemplares españoles se pierden al cambiarse las tapas, lo que los hace más raros. El coleccionismo, para entonces, ya había hecho su trabajo; así comenta Thebussem: «Comprábanse hace pocos años en los vastos mercados de Londres y Paris algunas obras antiguas, y solía venderse el ex libris pegado á sus guardas en mayor suma que la abonada por el volumen» (1875, p. 215) 21 . Ya entrado el siglo XX, se comienzan a difundir las grandes obras que evidenciaban el auge del coleccionismo y estudio del ex libris . Entre 1901 y 1903, el Museo Británi- co publicó un catálogo de treinta y cinco mil piezas, coleccionadas por sir Augustus Wollaston Franks (1826-1897), reconocida hasta hoy como una de las colecciones más importante del mundo (Salaverria, 2017). En Londres, se publicó en 1901 la obra de Karl E. Count zu Leiningen-Westerburg, German book-plates: An illustrated handbook of German & Austrian exlibris , traducción de G. Ravenscroft Dennis. En Cataluña, apare- ce en 1903 la Revista Ibérica de Exlibris, seguida del inventario de ex libris ibéricos , llegaron a emitirse 4 volúmenes hasta 1906 22 . Así, el estudio del ex libris estaba consagrado; en adelante, las publicaciones sobre el tema se difundirían con amplitud; de esta manera, llegó hasta América. Por mencionar algunos 16 Su boletín se tituló The Journal of the Ex-libris Society. 17 Editaron una publicación denominada Ex-libris Zeitschriff. 18 Editaron inmediatamente Archives de la Societé française de collectionneurs d’ex-libris. 19 En el siglo XIX aparecieron aparecieron grandes coleccionistas como Irene Dwen Andrews Pace, su colección se ubica actualmente en la Universidad de Yale con más de 150 000 materiales (Foard, 2012). 20 El seudónimo resultaba del anagrama de la palabra embustes con el añadido de Th para distanciarse del hispanismo, que evidenciaba su carácter polémico y exótico (León, 2018). 21 Según el autor, en París, las estampas se vendían por entonces a quince o veinte francos (1875). 22 En Portugal, el primer estudio fue hecho por el Dr. Sousa Viterbo en 1900; luego, Joaquín de Araujo, cónsul de Portugal en Génova, con el título Archivo de ex libris portugueses . La memoria impresa: la Biblioteca Nacional del Perú a través del ex libris

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