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95 F énix . R evista de la B iblioteca N acional del P erú , N.48, 2020 posibilidad de comenzar el cierre de brechas en habilidades tecnológicas a temprana edad. Mientras más temprano ataquemos los problemas, mejores resultados generare- mos en el futuro. No obstante, debemos entender que la sola entrega de tablets y otros dispositivos tecnológicos a nuestros compatriotas no indica que de por sí se cierre la brecha. Requerimos de una intervención más integral. Es aquí donde debe primar la visión preventiva. Al respecto, consideramos necesaria la creación de espacios forma- tivos que permitan el desarrollo de habilidades digitales en los funcionarios públicos, principalmente para los que no son nativos digitales debido al menor know-how sobre herramientas y estrategias asociadas a lo digital. Para su logro, podemos explorar estra- tegias provenientes de la economía del comportamiento para el diseño de incentivos que inviten a una mayor participación. Un ejemplo —que me gustaría destacar— es el de Argentina, en donde la Academia de Diseño, con sede en Buenos Aires, financia- da por el Laboratorio de Gobierno de Argentina (LABGobAr), enseña habilidades esenciales y necesarias en el ámbito gubernamental, como el diseño centrado en el ser humano, políticas basadas en la evidencia y gobierno abierto. Con el fin de llegar a más funcionarios, esta academia decidió gamificar la experiencia. Otro reto que generan los datos es el de la privacidad y su calidad. El escándalo desatado por Cambridge Analytica es una muestra de lo que un mal manejo de datos puede generar en la sociedad, inclusive pueden tener efectos desestabilizadores sobre la democracia. Proteger los datos no solamente implica anonimizarlos. Por ejemplo, Rocher, Hendrickx, y De Montjoye (2019), analizaron quince atributos de datos y ha- llaron que anonimizar los conjuntos de datos de forma convencional no garantiza su protección y privacidad, ya que los reidentifican en un 99.98%. Por tanto, es de suma importancia que los datos sean lo más desagregados posibles y estén administrados lo más transparentemente posible. Recordemos, como señalamos al inicio, los datos son el nuevo petróleo de nuestra sociedad y muchas veces su recopilación se da de manera gratuita por intermedio de aplicaciones, las cuales venden o transmiten la data hacia otras sin un conocimiento explícito de nosotros. Debemos establecer candados para el manejo de datos en el sector público para que su fin sea exclusivamente el bienestar del ciudadano. Eso no quiere decir que no deban ser interoperables de una institución a otra, sino que las reglas de juego deben estar claras tanto en el plano legal como en el ético. Finalmente, la calidad de los datos es importante para tomar una decisión. La data puede estar disponible, pero si esta es mala, los análisis, extrapolaciones y decisiones no serán las más eficientes. En ese sentido, un ejemplo claro de desconfianza hacia los datos es el Censo del 2017, que contó con muchas personas no censadas. Este evento generó desconfianza en la ciudadanía con respecto al valor de los hallazgos (RPP No- ticias, 2017). No buscamos señalar que los datos de nuestro país son malos, sino que debemos aprender de los escasos episodios que pueden mellar la credibilidad de estos; por ende, de su valor. Esto teniendo en cuenta que en nuestro país existe un alto nivel Albert Moisés Ponce Villega

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