Fénix 48, 9-28
19 F énix . R evista de la B iblioteca N acional del P erú , N.48, 2020 Frente a lo señalado surge la interrogante: ¿Por qué Torre Tagle firma con el tenor de «por orden de su excelencia» , en este caso Bernardo Monteagudo? Debemos decir que, en enero de 1822, San Martín viaja a Guayaquil para entrevistarse con Simón Bolívar. Antes de partir, el Libertador designó a Torre Tagle como delegado supremo (encar- gado del Protectorado), es así que los ministros emiten normas por intermedio de él. Asimismo, podemos resaltar que este decreto es promulgado como si fuese una segunda fundación legal de la Biblioteca Nacional. Veamos, el primer numeral del de- creto del 8 de febrero de 1822 señala que «Se establecerá una biblioteca pública con el nombre de BIBLIOTECA NACIONAL DEL PERÚ». Comparemos esto último con el primer numeral de la norma refrendada por San Martín el 28 de agosto de 1821, la misma que dice «Se establecerá una Biblioteca Nacional en esta capital para el uso de todas las personas que gusten concurrir a ellas». De la lectura de ambas podemos concluir que, por abrogación de la ley, la segunda creación de la Biblioteca Nacional sería el 8 de febrero de 1822. El análisis del decreto del 8 de febrero es muy importante, toda vez que este señala en su numeral octavo que el «Ministro de Estado encargado de la ejecución del Decre- to será el Director Nato de la Biblioteca Nacional». El ministro de Estado encargado de la ejecución de ese dispositivo legal fue Bernardo Monteagudo; es por ello que afirmamos que este prócer fue el primer director de la Biblioteca Nacional del Perú. Además, en el documento legal que estamos comentando, se menciona que Maria- no José de Arce será el primer bibliotecario de los dos designados. En este decreto, en ningún momento se le denomina primer director de la biblioteca, este título fue mal utilizado a partir de la segunda mitad del siglo XX. Al estar aclarado que Bernardo Monteagudo fue el primer director de la Biblioteca Nacional del Perú, pasemos ahora a señalar sus actividades como titular de esta enti- dad cultural. El historiador peruano Leguía y Martínez nos muestra a un Monteagudo ágil y preocupado por iniciar las labores de la Biblioteca, así nos comenta: La Biblioteca debería establecerse en el Colegio de La Libertad, o sea en el mismo edificio que ocupa actualmente, entre la Iglesia de San Pedro y la calle de la Cascarilla; y, mientras aquel trasladábase a otro local apropiado, se pondrían expeditas tan sólo algunas piezas, ya señaladas por el ministro Monteagudo como las más necesarias para el objeto (1972, p. 621). De lo anterior, se desprende que Monteagudo ya oficiaba como director de la Bi- blioteca Nacional dirigiendo y movilizando algunas piezas de la que sería después la primera institución cultural del Perú independiente. Solo un funcionario con el cargo de director podía disponer la movilidad de bienes públicos. El mismo Leguía y Mar- tínez nos señala las actividades a desarrollar para el pronto y óptimo funcionamiento de la biblioteca: Roger Saravia Avilés
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