Fénix 48, 9-28
20 F énix . R evista de la B iblioteca N acional del P erú , N.48, 2020 Y sabemos asimismo que, veintiún días después de instaurada la Delegación Suprema, Torre Tagle y el nuevo Ministro del ramo, Monteagudo, habían resuelto instalar el men- cionado instituto 7 en el local del colegio de La Libertad, que es el mismo en que funciona hasta el día; aprontar en este último las piezas necesarias para el objeto, mientras se deter- minaba el edificio a que debiera trasladarse el plantel enunciado; constituir al ministro en director nato del novísimo establecimiento 8 ; nombrar para él dos bibliotecarios, que lo fueron el Dr. Mariano José de Arce y el presbítero don Joaquín Paredes, con la denomi- nación de «primero» y «segundo», respectivamente; designar, además, dos conservadores y dos amanuenses, cuyas funciones y dotaciones, como las de sus jefes, se señalarían en decreto separado y en el correlativo reglamento (1972, p. 412). Es lamentable comentar que Monteagudo, a pesar del gran esfuerzo que realizó para concretar el funcionamiento de la Biblioteca Nacional del Perú, no pudo estar presente en el acto inaugural de esta. Así, contribuyó desmesuradamente para hacer realidad esta institución, pero no pudo personalmente inaugurarla. Como es sabido, por causas más políticas que culturales, Monteagudo abandonará la ciudad el 30 de julio de 1822 a bordo de La Limeña . Su destino sería la ciudad de Panamá. Monteagudo en Panamá escribe el texto Memoria sobre los principios políticos que seguí en la administración del Perú, y acontecimientos posteriores a mi separación, la misma que será publicada en 1823. En este texto hace un comentario casi nostálgico sobre la Biblioteca Nacional: «La Biblioteca que esta próxima á [ sic ] abrirse presentará a la juventud peruana medios sobreabundantes para enriquecer su inteligencia y dar expansión a su exquisita sensibilidad» (1823, p. 15). En teoría política, los cargos de poder deben siempre tener un sucesor inmedia- to, los Gobiernos no pueden tener vacíos de poder; es por ello que inmediatamente después de la salida de Monteagudo, el cargo de ministro de Gobierno será asumido por Francisco de Valdivieso, será este quien ostente el cargo de segundo director de la biblioteca y además será el encargado de su inauguración. San Martín, al regresar de Guayaquil, se entera de este nuevo escenario político y decide seguir con el trabajo ya iniciado por Monteagudo. Es así que, el 31 de agosto de 1822, emite el reglamento de funciones de la Biblioteca Nacional; dicho docu- mento señala, en su primer artículo, que «el gefe [ sic ] superior y director nato de la biblioteca nacional, será el ministro de Estado». En el segundo numeral menciona «Habrá por ahora dos Bibliotecarios que serán los gefes [ sic ] inmediatos de este es- tablecimiento». Nótese que, en esta norma, el protector San Martín discrimina los cargos de director y de los bibliotecarios. En este contexto, el nuevo director de la 7 Se ha encontrado en la bibliografía de la época que a la Biblioteca Nacional también se le llamó Instituto Nacional, esto debido a las demás instituciones culturales que funcionaban en el mismo edificio de la biblioteca. 8 Resaltado del autor. Bernardo Monteagudo: primer director de la Biblioteca Nacional del Perú (1822)
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