Fénix 48, 9-28
14 F énix . R evista de la B iblioteca N acional del P erú , N.48, 2020 América, que trataba con tanta lucidez, era estimulado por una general adhesión de la parte más ilustrada de la sociedad argentina» (Iñiguez, 1867, p. 49). Bernardo Monteagudo pasará del litigio judicial y del periodismo a la concreta acción política, formará parte del derrocamiento del Primer Triunvirato y la instala- ción del Segundo (1812), el mismo que convocará al Congreso Constituyente que se conoce como la Asamblea del Año XIII; en este pleno Constituyente Monteagudo participará como diputado por Mendoza. En 1814, apoyó a Carlos María de Alvear como director supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, dicho cargo lo ejerció durante casi un año. A su caída, en 1815, Monteagudo decidió viajar a Europa, allí vivió dos años. Es en ese continente donde se hizo partidario de la forma de gobierno de la monarquía constitucional. Regresa a la Argentina en 1817. Se encuentra con don José de San Martín, quien es- taba en preparativos para la campaña política-militar sobre Chile. Monteagudo decide acompañarlo. Es así que el prócer estará presente en uno de los principales actos fun- dacionales de Chile emancipado: el de proclamación de la independencia. El papel de Monteagudo es muy importante en los preparativos de este acto ya que se le atribuye la redacción del Acta de Declaración de la Independencia de Chile. En este solemne documento, nuestro personaje depositó su sapiencia como hombre de derecho y gran ilustrado. Es bueno señalar algunas líneas de tan importante e histórica acta: La fuerza ha sido la razón suprema que por más de trescientos años ha mantenido al nuevo mundo en la necesidad de venerar como un dogma la usurpación de sus dere- chos y de buscar en ella misma el origen de sus más grandes deberes. Era preciso que algún día llegase el término de esta violenta sumisión: pero entretanto era imposible anticiparla: la resistencia del débil contra el fuerte imprime un carácter sacrílego a sus pretensiones, y no hace más que desacreditar la justicia en que se fundan. Estaba reser- vado al siglo 19 el oír a la América reclamar sus derechos sin ser delincuente y mostrar que el período de su sufrimiento no podía durar más que el de su debilidad (Montea- gudo, 1818). El acta de la independencia de Chile se firmó en febrero de 1818. Hasta esta etapa de la vida del prócer Monteagudo, se puede decir de él que fue un personaje muy importante para la independencia de Sudamérica. Fue legislador en Argenti- na e ideólogo en Chile. Su siguiente destino sería el Perú. En setiembre de 1820, las tropas sanmartinianas desembarcan en suelo perua- no (Pisco). Meses después, este grupo humano se traslada a Huaura, en este lugar Monteagudo retoma su papel de periodista e ideólogo y funda el periódico El Pacificador del Perú 4 , cuyo objetivo primordial fue el de difundir ideas libertarias. 4 Del periódico El Pacificador del Perú (1821), solo se emitieron 13 números, los mismos que se imprimieron en la Imprenta de J. A. López y Compañía desde el 10 de abril hasta el 1° de setiembre de 1821. Bernardo Monteagudo: primer director de la Biblioteca Nacional del Perú (1822)
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