Fénix 5, 200-282

no recibió una preparaciárr mociiiicacis. Ademhs, entre 10s que vinieron al Perii, muy pocos pcrtenecínri a In t"¡ite iistelectt~cil y aun entre 10s cronistas $2 encontraron solo escepcionaln~entcverdaderos eruditos. Casi todos los fo- rasteros eran soldados, caballeros de industria, funcionarios atrevidos, misio- neros j6venes y fanáticos, de los crales entonces algunos, imprssionados poi los múltiples y estrnrios aspectos o eilcargodos por .-LIS superiores, se convir- tieron en autores de crónicas, ilistoricls, relaciones e informaciones. En cuan- to a los cronistas indígenas y mestizos, claro es que en SU tierra no pudieron tener conexión con la nueva ideologia si los niisn~osEurolxos fueron afecta- dos tan ligeramente. Pero, supuesto que Iiubieseu llegado aún los propulsores de la transfor- &ción de la ciencict, tambikn elYos hubiélxr, fl:acacado en el análisis de !as culturas y la descripcirjn de 1a.s poblacic~nes. Pues estos protagonistas habían vi.slunibrado los nuevos rumbos, inas no habían trazado los nuevos caminas. Exactame;ite la historiografía de la Eiiropn del siglo XVI era muy poco ilu- minada por la revoluci6n intelectuíil y vacilaba entre la especuiación y Ia mera enumeración de hechos. No hubo todavía una ciencia de Ia historia basadc en la investigación iiietódica y menos la conocía Espaila que conlo cualquierir nación incipiente desarroíIó poco la Historia. Aparte de eso, la abrumadorn abrifidancia de nuevas iinpresioncs en un nuevo inundo hubiccc embrollado a los rnejo~esespíriius y con mayor razón tenia que coniundír a los de segun& y tercer rüngo que llegarois ái país de los Incas. El efecto era t l ct:os qi?e se manifiesta hasta en la confusa disposición de muchss obras. Casi en todos los escritos de mayor voliimei~frdta el orden que es c¿?racterísticade ia ciencia moderna 'TíiuaDiCn en otio aspecto, Ioc aiitorrs cic los primeras aíios clrspnés del descubrin~icntodel Nuevo Mundo, 110 puedcn ser coi?lpar;ldos con loi cientí- ficos de nuestro tiempo. La ciericia Oe ahora cs crítica, !a historiografía S? csfiicrza en separar Inn trndicioncs exactas e incxactns, ei historiador repudia la credulidad y la pasión. Los autores de los siglos XVI y XVII 110 errin críticos ni objetivos sino las más dc las veces tendenciosos. Los unos que- rían coinprobar el derecllo moral de la corona de España, desacreditando a los aborígetles como bárbaros y a sus monarcas como tiranos ineptos, los otros deseaban comprobar el beneficio ciel triunfo del catolicismo para los indígenas señalando las religiones peruancs como superstición e idolatría y exagerando la crueldad de los cultos. Los tsrceros -10s descetldicntes de curacas e In- cas soberanos- querían ensalzar Iris proezaf. y la glori;~de sus antepasados, aun a expensas de otras poblacioiies hcrinriiias. Finalinente hay el grupo de los pro-indigenistas españoles, encabezado por Bart.oIolnk de Las Casas que en su noble afán de combatir la injusticia contra los indios, ilustró demasiado desfavorablemente el régimen español cu el Nuevo Mundo, contribuyendo asi a la formación de Iri "leyenda negra".' El ejemplo de Las Casas enseíía que Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.5, enero-junio 1947

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