Fénix 5, 200-282

esta parcialidad PO siempre fué originada por intereses creados sino a veces por motivos tan al~ruístascomo !a piedad con los vencidos y explotados. En ei srzlo XVI, tanto la parcialid~dcomo la exageración y el plagio, todos incompatibles con la ética ( a veces teórica) del historiador moderno, no eran considerados como vicios piincipales. El único código moral existió en la conciencia de los pocos que S;- sentían exploradores y que honestamente, dentro de los reducidos límites de las posibilidades de antaño, querían indagar la verdad. jQ~ i é pauta nioral hubo entonces para 30s muchos que tenían el prope~itocardinal de satisfacer la curiosidad de sus conteinporáneos? Asimismo en el siglo XVI, las diferentes naciones comenzaron a culti- var su propio idioma como vehículo lingiiístico de las ciencias, liberjndose po- co a poco del latín y griego y apartándose en este como en otros aspectos dei punto inicial del renacimiento, es decir, del humanismo, Sin embargo, en las obras de Ios cronistas el lenguaje cultivado se manifiesta solamente en muy contados casos, una de las excepciones más destacadas es curiosamente la obra de un mestizo: la de Garcilaso. iCuántas veces se nota la desespera- da lucha de los autores con el sentido de las palabras y la construcción de la frase! Finalmente llamamos la atención sobre la ilustración gráfica. Por lo me- nos hasta principios del siglo XVII, casi todos los dibujos que exornail las crónicas eran puras decoraciones fantásticas.- Los indígenas Guamán Poma :' y Santa Cruz Pachacuti estaban entre los poquísimos que apoyaron la eviden- cia del texto por dibujos de testigos oculares. Respecto a mapas geográfi- cos, todavía íi fines del siglo XVII su reproduccion en las crónicas era suma- mente escasa.' Hemos serialado las deficiencias de los cronistas. Deploramos que lo-: que vieron tantas huellas frescas del pasado no intensificaron más la explo- ración y no dejaron mayor número de descripciones verídicas, pero no quere- mos hacer reproches a los autores antiguos, porque comprendemos las difi- cultades de una información objetiva y profunda por individuos mal prepara- dos, que estaban frente a un mundo desconcertante o en medio del torbellino de intereses opuestos. Tampoco qtreseinos negar el inmenso .ralos del conjun- -- . Por ej., rn la primcra cdicióil clc la "Cróriica del Períi", 1s parte, del excelente Cieza de León ei?cotitrarnos una lámina que en los bordes del Titicaca representa una ciudad dc arquitecttir;i cspafiola y crl cl lago bofes cuadrangulares con anchas bordas, cuyos remeros llevan el gorro de la Italiii rcn;iccntista. 2 Sin embargo al lado de dibujos de .viilor docu~i>ental, se encuentran también en la cró- nica dc Gi~arrianPoma dibujos de carácter rieta;riente fantástico. Recordamos la liimilla de la pig. "2 qne representa "Coliim", Almagro, Pizc.rro y Baiboa navegando unidos "en la mar del Sur". " Cla173 es que los pri~ieros mapas reproducidos eiati cnnfeccio~iad~:i con mucha inexac- titud, pero a vcces sorprende 13 absurda i~riprccisióa,por ej.. la obra Jel holandks Levinus Apollonius de 1545," es decir de una generación despuks cic ia cor,qui:;ta, lleva un mapa eri que "Quito esti ubicado al Sur del Cuzco" (cita scyíin L. F?audiri. 1928, p. 32. nota 1 de la ed. 19-33). Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.5, enero-junio 1947

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