Fénix 6, 378-390

EL CLARIBALTE DE OV~EDO 387 intención de pagárselos, "más por detenerle que por darselos", y mientras tan- to ganar tiempo; y que, conociendo 61 la situación del reino y el "ansia de los franceses por llevar á este mozo", no lo dejó partir, antes bien "por buena ma- nera entretuvo al Duque á su placer por doce días que no se partiese", hasta que finalmente recibió instrucciones precisas de los soberanos y decidió "no dexarle ir en niguna manera", por lo que le hizo aquel ofrecimiento, puesto que "sin atrevernos á lo que le era prometido en los capitulas de Taranto no se pudiera facer de otra manera", pero, pierda cuidado el Rey Católico, que no tendrá que pagar ninguna suma, porque don Federico no aprobará el acuerdo e insistirá en pedir la libertad del hijo. La carta continúa con singular cinismo: '?a quedada del Duque digo que es necesaria en nuestro poder, e yo así la entiendo sostener e porfiar cuan- to podre fasta ver mandamiento en contrario de V. AA", y hasta recuerda ex- plícitamente que "cuando se capituló con el Duque su salida de Taranto", el Gran Capitán le dió dos rehenes, "dos rehenes que yo diese hasta que el Du- que fuese fuera de sus provincias", y como aún aquella garantía resultara va- na para el Duque (22). Frente a tan abiertas admisiones, o mejor dicho, frente a reinvidicacio- nes tan orgullosas, al punto que la prisión del Duque parece haber sido de iniciativa exclusiva del Gran Capitán, las defensas de los cronistas españoles resultan singularmente frágiles: por ejemplo aquella del autor anónimo de la Historia del Gran Capitán, quien niega que Gonzalo Fernández de Córdova haya nunca formulado aquella promesa, y pone en relieve la benevolencia con que los soberanos de España trataron más tarde al Duque don Fernando, y considera mal informado a Giovio (23) , quien, por el contrario, atestigua la. falta de palabra del general español, y habla de engaño y de traición, y hace responsable al Católico de haber obligado al Gran Capitán a hacer "cosas po- co honestas" (24). Pero también Giovio dice que en España el Príncipe fué puesto "en una libre y honrada prisión", y de hecho su cautiverio fué una verdadera jau- la de oro. Pedro Mártir certifica que su recibimiento en la corte fué de los más honrosos, y dice que "adolescens namque est et regno et regio sanguine dignus, mirae indolis, forma egregius" (25); y Guicciardini confirma que fué "acogido benignamente" por el rey de España y "tenido cerca de él en las demostraciones extrínsecas con honores casi reales" (26). Su educación con- tinuó a cargo de su preceptor napolitano Crisóstomo Colonna, a quien Gala- teo le recomendaba (1504-5) cuidar de la italianidad del Príncipe: "Ptalum (22) Cartas del Gran Capitan, e n Crónicas del Gran Capifan, cit., xxv-xxvir. (23) 0. c., 111, 33 y X , 13, e n Czónicau cit., 325-6, 433. Otros detalles: ibi, IP 42, e. c., 110. (24) La V i da y Chronica d e Gonzalo Nernández de Córdoba, trad. por Pedro Blas Torrellas (1554), parte 1, al fin, e n Crónicas cit., 501. (25) Opus Epistolarum, ep. 252: cit. e n P R E S COT T , o. c., 111, 31, ri. 43. (26) GUXCCIARDINI, Storia d'ltalia, V . 3; e. c., 189, c. 2, seguido por G I ANNO - NE, P.. Storia Civile del R e g m d i Napoli, X X I X , 4, ed. Milán, 1846, I V , 413-4. Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.6, 1949

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