Fénix 6, 378-390

accepisti, Italum redde, non Hispanum" (27); y fueron destinados a su ser- vicio algunos gentiles hombres, uno de los cuales fué justamente Bviedo, que ya había servido con fidelidad a su padre y a su tía. La libertad del Príncipe, sin embargo, fué restringida ulteriormente cuando el Rey Católico, estando en guerra con los franceses (1512), descubrió una conjuración, "que había tenido origen en un fraile, enviado ocultamente a Fernando por el Duque de Ferrara", y mediante la cual el Duque de Cala- bria, que "parecía ir olvidando la adversa fortuna pasada'' (27), había con- venido secretamente en pasar desde Logroño al campo francés. El interme- diario, el napolitano Filipetto Coppola, fué descuartizado, y el Duque de Ca- labria confinado (noviembre de 1512) en la fortaleza de Játiva, cerca de Va- lencia, "que solía ser empleada por los reyes de Aragón como cárcel de las personas ilustres ya sea por nobleza ya sea por virtud" (28). Sin embargo, cuando murió el Rey Católico (1516), muchos napolita- nos esperaron que en su testamento, y "por descargo de conciencia" (29), hu- biera ordenado la devolución del trono de sus antepasados a1 Duque de Ca- labria. Pero, desgraciadamente, de aquella heredad sólo tocaba al Duque, al- gunos años más tarde (1522), y no por el remordimiento de un moribundo, sino por cálculo astuto de Carlos V,- cálculo disfrazado con una apariencia de premio por no haber el Duque querido encabezar la rebelión de los flamen- cos,- la viuda del Rey Católico, Germana de Foix, viuda rica, bella, pródiga y bastante alegre, pero estéril; de suerte que aquellas bodas sellaban la ex- tinción de la dinastía legítima de los aragoneses de Nápoles (30). También estas bodas provocaban no pocos ccmentarios e insinuaciones de publicistas. Según Varillas, las nupcias fueron combinadas porque Germa- na era una manirrota, y el Duque no tenía sino dos pasiones, la de no ocuparse de ningun negocio difícil y la de divertirse cuanto más le fuera posible (recor- damos que también el Gran Capitán trató.de representar al Duque como ávido (27) CROCE, B., La Spagna nella vita italiana, Bari, 1917, 111; pero pocos años después Colonna retornaba a Italia para actuar como preceptor de Bona Sforza, y el Duque de Calabria volvía a ser un "príncipe español rodeado por una corte española" (ibi, 118). (27 bis) Crón. Ms. del Gran Capitán, 111, 33, e. c., 326. (28) GUICCIARDINI o. c., XI, 3; e. c., 445, c. 2. En Ferrara, en la corte de Al- fonso d'Este vivía la madre del Duque de Calabria, la Reina viuda Isabel (GIANNONE, o. c., IV, 424; CHARITEO, Le Remi, est. E. Percopo, Napoli, 1892, 1, clxxvii). Acerca de este episodio, v. también CROCE, B., La Spagna neIla vita italiana, cit., 118. En el castillo de Játiva se enseñan todavía al visitador los alojamientos del Duque de Calabria (Enc. Es- pasa, sub voce Játiva ). (29) CROCE, B., Sforia del Regno di Napoli, Bari, 1925, 96; cP. La Spagna nclla vita Italiana cit., 109-10. En el momento de la rendición de Taranto, el Gran Capitán ha- bría prometido al Duque "que los Reyes Católicos, sus tíos, le ternian en lugar de verda- dero hijo, y le darian tanta parte en sus reinos que le pareciese no le haber faltado aquel reino" (Cron. Ms. cit., 111, 33, e. c., 326). (30) GUICCIARDINI, Storia d'ltalia, XV. 1, e. c., 602 c. 2; PRESCOTT, His- tory of Ferdinand and Isabetla cit., 11, 24, e. c., 111, 404 n. y 419-20, n. 71. Germana fué la segunda consorte del Duque de Calabria, a qiiien ya Fernando el Católico había dado en esposa una mujer estéril, Mencia de Mendoza (GIANNONE, o. c., 424). En su testamen- to, el Católico ordenó que el Duque fuera puesto en libertad, con un título y rentas que le permtieran vivir cual príncipe. Pero esta disposición fu6 aplazada hasta 1533, con aquellos argumentos de que siempre hay abundancia contra los desgraciados (MARIANA, Do rebus Hisp., lib. 30, cap. 27, p. 637, cit. en BAYLE, P., Reponse aux questions d'un provincial, en Q e m s Diverses, La Haye, 1737, 111, 687 b.). Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.6, 1949