Fénix 6, 378-390

EL CLARIBALTE DE OVIEDO 389 de dinero en extremo), así que su unión no presentaba el más mínimo peligro político. Según Bayle, el matrimonio resultó una pérdida de rango para la rei- na viuda, a pesar de las ceremonias y la etiqueta con que se le rodeó (31 ) . 9) El Duque de Calabria, pues, todavía cautivo en el castillo de Já- tiva- y representado en la xilografía que exorna el prólogo del Claribalte con figura noble y altiva, una gran espada al cinto y un collar de gemas sobre el pecho, sobre un fondo de castillos almenados-recibía de Oviedo, efigiado en acto de genuflexión, la oferta del poema. Y desde sus primeras páginas, el au. tor le exhortaba a mantener su confianza, ya que la bondad de Dios obra grandes y sorprendentes mutaciones en las suertes humanas; y, en forma más precisa, hasta le recordaba que "El determinará vuestros hechos con prospe- ridad et porná en corazon al catholico Rey don Carlos nuestro señor, que os dé la libertad que los vuestros os dessean" (11, v.) (32). Carlos finalmente hacía poner en libertad al Duque de Calabria (4 de febrero de 1523) (33), pero el príncipe napolitano quedaba decorosamente ligado a su corte. Actuaba de padrino cuando Carlos desposó a Isabel de Por- tugal (10 de marzo de 1536) (34). De su boca, Oviedo conocía (1525) los detalles del encuentro entre el Emperador y su prisionero, el rey Francisco 1,- detalles que el cronista incluía en su librito en que narraba la cautividad del rey francés (35). Y todavía diez años más tarde, cuando Oviedo ya residía en Santo Domingo como alcaide de la fortaleza, se mantenía en corresponden- cia con la corte del Duque. Habiendo éste recibido la noticia de que los tur- cos habían evacuado Hungría, "no faltó quien de sus aceptos criados me las enviase copiadas hasta las Indias, a esta fortaleza y ciudad de Santo Do- mingo" (36). El príncipe que transmitía noticias de Hucgría a las Antillas, no de- jaba ya más a España, donde, luego de haber quedado viudo de la Germana (31) BAYLE, 1. C., 111, 683-8. (32) Sanaiaro, que Ovieclo conoció y admiró en Nápoles (Quinquagenas, e. c.. 486-7), y que había acompañado al rey Federico en su destierro de Francia, asistiéndolo hasta su último respiro (1504), había formulado en su carta Ecloga Piscatoria (compuesta después de 1505; v. 15 y sgg.) un augurio análogo, si bien aún más audaz: "Nam mihi, nam reddita sceptra / Parthenopes, fractosque tua sub cuspide reges / canam" (cit. en PRES- COTT, o c., 111, 31-2, n. 43, y en SCHERILLO, M., Le origini e lo svolgirnento della letter. italiana, 11 (Milán, 1926), 230, y parafraseado por GOTHEIN, E., 11 Rinascimento nelP Italia ~Veridionale,Firenze. 1915, 308-9). También el CHARITEO, en su poemita de la Pascha (compuesto entre el otoño de 1503 y 1509) expresa la certidumbre de que Fernan- do, "D'infrangibil virtú chiaro diamante" volverá a subir al trono, como el sol vuelve a res- plandecer cuando se disipan les nieblas (V, 163-184, en Le Rime del Chariteo, ed. E. Per- copo, Napoli, 1832, 11, 4.11-2; cf. 1, clxxvii). Oviedo se hsce eco de las esperanzas de los secuaces napolitanos del príncipe. (33) El 3 de febrero de 1.533 el Duque llegaba a Valladolid, donde "S. M. le rescibió y trató muy bien" (FORONDA Y AGUILERA, M., Estancias y Viajes del Em- perador Carlos V etc., Madrid, 1914, 214). (34) FORONDA Y AGUILAR o. c., 270. (35) En Col. Docc. Inéd. Hist. España, ed. Marqueses de Pida1 y de Miraflores y d. Miguel Salva, (Madrid, 1861), 419, E l Duque de Calabria fué el 2 de Enero de 1526 a recibir la Emperatriz: ibi, 431--2. (36) Ibi, 488. Carlos V escribía directamente al Duque informándolo de la toma de TUnez (25 de julio de 1535: en FORONDA Y AGUILAR, o. c., 411). Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.6, 1949

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