Fénix 6, 378-390

balte adopta para escaparse una estratagema de las menos caballerescas: "co- mo fué en tierra se apartó en manera de querer proveerse de lo que los hom- bres no pueden escusar" (LVIII, r 2). Como el Almagro idealizado por Oviedo el cronista, Claribalte "el cavallero de la rosa nunca desseó ni quisso tesoros sino para repartirlos" (XLII v 2); y reparte los 53,000 marcos ganados en el torneo con una minucia distribuidora y una precisión contable que revelan la experiencia de Oviedo el contador (XLVII v 1). Aún aquel humor discreto y cortesano que adornara las páginas de la obra mayor de Oviedo ya aparece en algún pasaje de Claribalte, y alivia un poco su grave monotonía. El caballero baila con la hija del Rey, y baila, na- turalmente, "bien en extremo, aunque en la verdad si alguna vez parescía que salían del tiempo luego lo cobravan puesto que los nuevos cuydados o amor que ellos estavan, a veces los hacía exceder en los passos a cuenta de lo que danzaban, pero tan desacordadamente que dexasse de parecer bien aquello, porque luego tornavan a tomar el tiempo, antes los que los miravan creyan qu'adrede se hazia por mostrar cada uno dellos quan gentil danzador era" (XXII, v. 1). Sobrecogida por una confusión amorosa no menor, la princesa no logra dormir, y se desahoga con su confidente, y quiere escribir al caballe- ro, "et muchas vezes tomó la péñola y el papel en las manos para escrevirle, et quantas veces lo comenzaba, tantas lo tornava a borrar, et dezia que su ale- gría la tenía tan ufana que no acertaba a dezir cosa de las que quería" (XXVIII r 1 ) (9). Luego de haberse unido en matrimonio clandestino, los dos se ven con frecuencia "para que de despossados fuessen marido y mujer, o a lo me- nos passassen obras de casados", así que, mientras los confidentes simulan no ver y no oír, la princesa "se empreñó de un hijo" (XXXI v 2; cfr. la alusión de página XXXIII r 2 ) . . . Cuando ella escribe al caballero ausente, anota con malicia que "el reverendo gran sacerdote no escrive porque su letra es co- mo su edad" (XXXVIII r v). Y cuando los dos finalmente se reúnen, en la víspera de las bodas solemnes y públicas, "e don Félix se acostó essa misma noche con la Princesa su esposa. . . el día siguiente no tuvo don Félix mucho cuidado de madrugar ni aún la princesa de acordarle que se levantasse". . . (LXIV, r 1). 5) Aún más a menudo que por estas deliberadas quiñadas, nos toca a veces sonreir por los fantásticos anacronismos de la novela. Su acción se desarrolla en tiempos de un incierto paganismo. Venus, Apolo y Júpiter aunque ellos mismos son mencionados a menudo como "perlados" (10). Asimismo las monjas son en realidad bacantes: "tu padre tiene un hijo que ovo en una religiosa de la orden de Baco" (XLIX, v.). Una vez al menos, Oviedo indica (9) Otros pasajes de ligera broma o ironía: XXIII r., 2; XXVIII v., 2; LII v., 1; etc. (10) "Una ymagen de Venus" (XXII v. 2; XXIII r. 2); "Por la venerable Venus o por alguna santa dea con quien toviesse devoción" (XXIII v. 1); "Gran sacerdote de Apo- lo" (XX r. 1; LXX r. 1); Milán "la cual en aquel tiempo se llamava la Población de Jupi- ter9' (LXX v., 2 ) . "Perlados", por ejemplo, en LVIII r., 1; LXIV v., 2; LXVIII v., 2; LXX r., 2 y v., 1. Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.6, 1949

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