Fénix 6, 378-390
EL CLARIBALTE DE OVIEDO 385 Dover (LVIII r. l ) , y Gravelines cerca de Calais ("los llanos de Gravelingas que es del Condado de Flandes y está a dos leguas de Calais", LVII, v. 2), además de la misma Calais, por supuesto, muchas veces (17), y Boulogne, y Guines ("Guinez") y Hamoz (Ham? y Armentiéres?) y la ilustre ciudad de Tournay (LXVIII, r. 1). Las impresiones del viaje a Bruselas, más frescas que las de la permanencia en América y más entonadas al argumento caba- lleresco, dejan en la novela de Claribalte una huella verbal indiscutible. 7) Con todo, la dedicatoria es la parte más interesante de este poe- ma en prosa. Oviedo ofrece esta primera publicación suya "al serenissimo se- ñor don Fernando de Aragón, duque de Calabria" como un pasatiempo, una distracción y como estímulo para esperar con confianza (11, r. y v). Estas in- tenciones son expresadas tan abiertamente que muchas veces, el lector del Claribalte, se inclina casi a ver en las aventuras del caballero una alusión y una alegoría de las desgracias sufridas y de las ambiciones cultivadas en secre- to por don Fernando. Fernando de Aragón era el hijo mayor del desdichado último rey de la dinastía aragonesa de Nápoles, don Federico, de quien Oviedo fué secuaz fiel y a cuya hermana acompañó en el destierro (1501-2). Cuando los france- ses y los españoles se pusieron de acuerdo para dividirse el reino de Nápo- les y el Gran Capitán intimó al rey Federico de ceder frente a fuerzas tan avasalladoras, Oviedo estaba presente en la Corte del Rey, y nos relata que to- dos estallaron en llanto (4 de Julio de 1501) y que el rey pasó con sus galeras a la isla de Ischia "que es muy fuerte cosa". Allí, en aquella pequeña isla de maravillas y de terrores, de sol y de azul, de fuentes taumatúrgicas y de ruinosos terremotos, se reunió como en una isla encantada una pequeña corte shakespeariana. No había, por cierto, el Duque Próspero, pero el espíritu de Ariel estaba presente entre los familiares del rey altivo y derrotado, rodado por e1 poeta Sannazaro, por niños y por mujeres, por los pequeños infantes don Alonso y don César y por cuatro muy ilustres señoras, un verdadero poker de damas, formado por la Reina de Hun- gría, la Duquesa de Milán, la futura Reina de Polonia y la "señora Escandar- lega7',ex-reina de Albania (17 bis). En Nápoles, mientras tanto, el pueblo dra- matizaba la desgracia del rey con un cuarteto semi macarrónico, que Oviedo recordará (1548) en tierra de América, comparándolo con las canciones épi- cas y quejumbrosas de los salvajes: "A la mia gran pena forte Dolorosa, aflicta et rea (17) Ya en el comienzo: "Cales que a la sazon se llamava passo" (VI r. 2 ) ; y luego XXXV r. 2; y LXVII v. 2 ("Cales que a la sazon era de Franceses et no tan fuerte ni importante cosa como es el presente"); LXVIII r. 1 ("a la sazon no era Cales tan fuer- te cosa como es agora"); y LXXI r. .2 ("que Cales quedasse con Inglaterra"). (17 bis) Cronicas del Gran Cnpitan, por A. RODRIGUEZ VILLA, Madrid, 1908,, 1xii - lxiv (testos de Oviedo). Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.6, 1949
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