Fénix 6, 511-589

522 FENIX que dicen: '"Tedeo gracias a mi arte, aunque le agrade Philomela, no habría merecido, por su crimen, convertirse en ave7'. El "Radde Parin nobis" (Entréganos a Páris), es traducido con frial- dad por "Vénga Páris'?. Es más vigorosa la versión de: Nec manibus Danais Pergama victa cadent (v. 66) En esta forma: ... y de Troya las murallas No arrasarán las armas de los griegos. (w. 86-87) En el original, dice: "Y Pérgamos no caerá a manos de los Dánaos". Refiriéndose a Escila traduce al castellano "si nostros legisset. . . libe- 110s" (si hubiera leído nuestros libritos) por "si mi arte consultara". Y al tra- tar de Niso traduce el "Haesisset capiti purpura" sin ese sabor tan poético que tiene Ovidio al decir: "Perdió la púrpura (o rubicundez) de sus cabello^'^ (propie, de su cabeza), exclamando simplemente: Niso, fu cabellera no perdieras. (v. 89) Finalmente, interpreta el vocativo Phoebe del verso 76, por "Tú, sae- tero Apolo!" observándose en todos los demás versos una versión ajustada y precisa que unida al sentimiento poético impregnado en ellos, constituyen una pieza de verdadero valor desde el punto de vista de la traducción así como de la interpretación poética. Melgar se acerca en la Introducción al texto original con acier- tos extraordinarios en un joven como él. La prueba está en el metro escogido por el arequipeño ligando los versos castellanos en forma tan bien asonantada, pues es muy difícil traducir en 102 versos españoles los 78 latinos. Quiere de- cir, que la diferencia de 24 versos hubiera desaparecido si en vez de endecasila- bos hubiesen sido alejandrinos. Es, pues, de una concisión formidable y muy acomodado al texto, aunque, como se habrá podido apreciar, no siempre luzca la precisión y la elegancia. Bastaría sólo el comentario de la Introducción para llamar con toda propiedad poeta a nuestro Melgar. El fondo de la traducción es esencial- mente poético por la rara aptitud que tiene para descubrir el alma poética del vate latino acurrucada en ciertos giros y palabras e interpretada en nuestra len- gua con un matiz muy suyo y donde se adivina el sólido fundamento de una cultura humanista que despertó sus primeras cualidades cuando estudiaba co- mo seminarista en Arequipa y que le hizo conservar incólume hasta su muerte los principios del buen gusto. Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.6, 1949

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