Fénix 6, 511-589

Ocúpate en hacer ya que en la noche Rompa unas puertas la celosa rabia, Ya, que otras de guirnaldas se coronen. O que niños y niñas asustadas Ocultamente vayan a juntarse, Engañando al marido con sus trazas: Que se digan caricias, o enfadados Improperen las puertas ya cerradas; Y el amante excluído cante triste: Este llorar, que muertes no demanda, Bastará a contentarte, ya que es justo Que el fuego no consuma vuestras hachas. Invoqué así al Amor, y él muy contento, Batiendo sus alitas matizadas, "Cumple, me dijo, la obra que emprendiste!' Venid, pues, y atended mis reglas varias, Jóvenes, que engaííados habeis sido. Aprended a sanar, de aquel que os daba Reglas de amar, y os dé la propia mano Las heridas y el modo de curarlas. Así una misma tierra brota yerbas, Unas para enfermar, y otras que sanan, Así el lanzón de Ayuiles a Telefo Hirió; pero su orín curó la llaga. Lo que digo al varón digo n Ia joven, A ambos partidos doy iguales armas; Y si bien, jovencitas amadoras, No todo convendrá a vuestras desgracias Sabréis al menos, qué hacen los varones, Y su obrar os dará luces bien claras. Gran cosa es apagar indignos fuegos, Y no ser siervo de pasión viciada. Si hubiese consultado mis doctrinas, Filis viviera, y a la escueta playa Siquiera una vez mas se acercaría, Y aun vería volver n quien amaba: Dido no hubiese visto moribunda Desde la excelsa cumbre de su Alcázar Darse a las velas las troyanas naves; Ni Medea doliente se manchara Con la inocente sangre de sus hijos, Por culpa de Jasón, que la dejaba. Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.6, 1949

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