Fénix 6, 511-589
Si alguno hay tan valiente yo lo admiro; Ese no necesita mi enseñanza, A tí sólo, infeliz, enseñar debo, Que en tu lento dolor 37 fuertes ansias No puedes desamar como quisieras. Dentro del pecho sin cesar repasa Los agravios que te hizo la que amaste; Mira todos los' daños que'te causa, "Tiene este vicio, dí, y este defecto; Ella me hizo empeñar mi antigua casa, Después que me engañó bastantes sumas, Juró ser fiel, y siempre perjuraba; iAh! cuántas veces me obligá a que en tierra Ante su puerta vil me recostara, A otros ama; le enfada mi cariño; Un rival nada digno me arrebata Las dulces horas que gozar merezco" Por los cinco sentidos hasta el alma Haz que estos sentimientos te penetren; Repásalos, y nazca eterna rabia De esta semilla de odio sempiterno. ¡Ojalá, que en pintarlos emplearas La mayor elocuencia! Pero siente, Siente tus males, y elocuencia rara Tendrás para pintarlos. Yo he tenido Una amiga, que al cabo me fué ingrata, No era hecha para mí: yo emprendí luego La obra dificultosa de olvidarla: En mi dolor, cual sabio Pedalirio Yo mismo los remedios me aplicaba; Mal enfermo y mal médico confieso Que mis recetas no valían nada. Esto sí me valió, representarme Muchas veces las faltas de mi amada, "iQué feas son sus piernas!" me decía; Aunque a decir verdad, no fueron malas: ''¡Qué poca gracia tienen esos brazos!" Aunque a decir verdad, tenían gracia. Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.6, 1949
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