Fénix 6, 511-589
Suele al árido campo muchas veces De un arroyo vecino pasar agua: Si estás, pues, entre amantes, pasar debe Ocultamente su pasión a tu alma; Que todos somos hábiles conductos Y a todos contagiamos nuestras llagas. ESTROFA XII No veas prenda alguna de tu amada Otro estaba ya libre, y perdió todo Porque llegó a encontrarse con su amada: La cicatriz volvió a su ser primero, Por no estar aun segura, y salió vana Toda mi curación: por que, no hay duda; Es difícil que escape de las llamas El techo que a un incendio está vecino. iSabio el que aún de sus límites se aparta! No pisen más tus pies aquellos sitios En donde se pasea la inhumana: No le hagas la atención que antes le hacias. ;Porque, a qué fin recalentar el alma Con nuevas impresiones? Si se puede Sepárente de allí largas distancias; No se abstiene el hambriento al ver la mesa Y despierta la sed la agua que salta; El caballo relincha viendo su hembra, Y al fuerte toro, cuando vé su vaca, No es dable contener. Así en logrando, Tocar en la ribera, ten por nada Haber quebrado tu amistad, procura No ver m6s a la madre, ni a la hermana, Ni a la tercera, ni la menor cosa Que a ella pertenezca, ni su casa. No venga su criado, ni a su nombre Humilde te salude su criada: Ni aunque quieras preguntes que está haciendo, Deja pasar el tiempo, y sus ventajas Te dirá ese silencio de tu lengua. Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.6, 1949
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