Fénix 6, 511-589
ESTROFA XIII No cuentes los motivos de tu enojo Y tú, que cuentas sin cesar la causa De tu olvido, y contra ella traes mil quejas, En el silencio busca tu ,venganza: Hasta que su amor muera no te quejes. Mejor te está callar: alarde no hagas De tu riña: que el hombre que repite: "Yá no la quiero!", prueba bien que la ama. ESTROFA XIV No le profeses Odio Mejor se mata el fuego poco a poco; Y el que apaga su amor a lentas pausas, Vá más seguro que el que pronto olvida. Un torrente veloz corre y avanza Más que un calmado río: pero en tanto Este es perpetuo, mas aquel se acaba. Acábese tu afecto por sus grados; Exhálese cual humo y lento salga. Así es un gran delito tener odio A aquella misma que poco ha se amaba. Esto no es propio sino de almas viles: Bastante es olvidar, y el que remata Su amor con odio vil, o está queriendo O su dicha y salud vendrán muy tarda. ¡Qué feo es ver un joven y una niña Hoy juntos, detestándose mañana! Condena este rencor la misma Venus; Quien culpa, es de creer que entonces ama; Mas cuando no precede riña alguna, Sin mandárselo amor libre se exhala. Ví un joven cierto día; allá en su lecho Su amable esposa estuvo recostada, A tiempo que enojado él prorrumpía Contra ella formidables amenazas: "Salga!", gritó por fin: salió del lecho, La vió y enmudeció quien la ultrajaba: Cayóronse sus m-nos. cayó de ellas El libelo con que iba a repudiarla, Y "venciste!", le dijo, y abrazóla. Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.6, 1949
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