Fénix 7, 109-122

EL TESTAMENTO INEDITO DE BEATRIZ CLARA COYA DE LOYOLA 111 Un incidente revelador del carácter animoso y altivo de doña María es el que relata el P. Vera, en carta al Consejo de Indias del 9 de abril de 1572 ( 5). Con ocasión del envío al Rey de España de los famosos paños o lienzos de los Incas, en cuyas cenefas figuraba toda la historia de la sucesión incaica, el Virrey Toledo, pocos días antes de la declaratoria de guerra a Tú– pac Amaru, hizo mostrar esos paños, en las casas de la morada de Juan de Maldonado, a los descendientes de los Incas residentes en el Cuzco. Refiere el P. Vera que el Virrey había hecho representar a Paullu Inca en lugar pre– ferente al de Titu Cusi y que una hija bastarda del precitado Paullu ocupaba, asimismo, en los paños un sitio superior al de doña María Cusi Huarcay. La viuda de Sayri e hija de Manco, sin guardar su enojo, dijo allí: "Como se sufre que el padre de don Carlos y él estén en más prominente lugar y su hermana siendo bastarda, que mi padre, mi hermano e yo, siendo legítimos, e ansi se fué con otros Ingas sus deudos a quejarse al Virrey sobre ello, el cual respondió: no ves tú. doña María, que don Carlos y su padre sirvieron al Rey, y tu padre y hermano han sido tiranos y siempre han estado metidos en la montaña, a lo cual ella le respondió: pues tú dices que mi padre y her– mano han sido traidores no siéndolo; sí han estado retirados, ha sido porque no les han dado de comer, siendo señores de este reino, pues tú lo verás". En el proceso instaurado por Toledo contra los Incas cuzqueños apa– rece doña María declarando en contra de don Carlos Inca, el mayorazgo de don Cristóbal Paullu. Los viejos rencores no se habían suavizado y una vez más restallaba la irreductible oposición entre las dos sedes rivales de Colcam– pata y Vilcabamba (6). Los nobles que siguieron a Sayri Túpac a su sali– da de Vilcabamba continuaban fieles a doña María y a sus hermanos, y en el curso de ese proceso los Incas encausados expresaron que los de Vilca– bamba "eran tan enemigos suyos como él (don Carlos Inca) de ellos, que no se podían ver" (7). Doña María, al acusar a don Carlos de tratos con los Incas de Vilcabamba, tratos que no existieron en momento alguno, quiso, en un irrefrenable rapto de venganza y por animosidad personal, envolver a los nobles cuzqueños, y en especial al hijo del hermano rival de Manco, en el destino funesto de sus parientes de Vilcabamba. Por los años de 1586 vivía aún doña María y la hallamos importu– nando al Virrey Conde de Villar don Pardo, para que le permitiera entrar a sus lares de Vilcabamba, verdadera obsesión de su malaventurada existen– cia, con el pretexto de descubrir unos tesoros en compañía de su primo Jorge Fernández de Mesa, quien pertenecía, por vía materna, a la nobleza incaica. Aún en aquellos tiempos conservaba intactos los arrestos de su juventud y la característica altivez de su carácter forjado en esos años de pertinaz lucha que sostuviera su padre, porque, tanto en sus declaraciones de 23 y 27 de (5) Carta del P. Vera del 9 de Abril de 1572. (Inédita, Archivo de Indias. Se- villa). (6) Cf. Ella Dunbar Temple, Paullu Inca, Rev. Histórica, Lima, 1937. t. XI, ent. III. Id. Id. Don Cai·los Inca, Rev. Histórica, Lima, 1948, t. XVII. (7) Cartas o memoriales anónimos dirigidos al Rey y al Consejo de Indias. 18 de abril de 1573. Cf. juicio de residencia de Loarte. Archivo de Indias. Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.7, 1950

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