Fénix 7, 146-161
EL INVENTARIO DE LA BIBLIOTECA DE LUNA PIZARRO 147 Iristros su vida tempestuosa en el campo de la política. Y durante tal perío- do de transición entre el virreinato que se derrumba y la República que se asienta sobre escombros, es un personaje focal: hombre a quien se dirigen las miradas anhelantes y de quien irradian las orientaciones necesarias. Presi- dente del Primer Congreso Constituyente de 1822 y de la Convención del 33, utiliza fecundamente su influencia determinante en la promulgación de Cartas en que se conquistan para la nacionalidad que alborea inaplazables postulados liberales. Dos de tales actitudes serán inolvidables: la del 17 de diciembre de 1822, declarando, al discutirse nuestra constitución inicial, que acepta todo menos la intolerancia religiosa; y la de 1826 oponiéndose gallar- damente -caudillo del peruanismo- al establecimiento de la presidencia vitalicia de Bolívar; presidencia que juzga como un atentado contra nuestra democracia y nuestra autonomía. Arzobispo de Lima en 1836 distínguese por su celo en los asuntos eclesiásticos. Y quien ha introducido en el Seminario de San Jerónimo de Arequipa las ciencias exactas y contribuído eficazmen- te al progreso de la Escuela Médica de San Fernando, corona su generoso esfuerzo innovador con la reforma de la enseñanza en Santo Toribio". Basadre en su Historia de la RepGblica lo caracteriza así: "Lur,~! Pi- zarro era cauto y actuó, dirigiendo los conciliábulos: de Luna se recuerda su influencia y pudo ser comparado con el titiritero que maneja su retablo". Reproducimos finalmente la impresión que causó Luna Pizarro a Flo- ra Tristán, cuando lo conoció, en 1834, en las tertdias de su tía Manuela de Tristán en Lima. Dice: "Ví también allí al famoeo sacerdote Luna Pizarro. Me pareció que estaba muy por debajo de su reputación y lejos de tener tan- ta capacidad como Valdivia. Ese viejo era por su violencia el Marat del Pe- rú. Por lo demás no encontré en él ninguna amplitud de miras. Mostraba la pasión de un demoledor, pero no los planes de un arquitecto". Este es juicio quizás algo exagerado de una extranjera muy apasionada y resentida tal vez, pero que tiene el valor de provenir de persona desligada de las luchas polí- ticas del Perú. La personalidad de Luna Pizarro era tal que ya sus contemporáneos le juzgaban de modo más contradictorio, existiendo ctcerca de él, como dice Jorge Guillermo Leguia, una leyenda negra y una leyenda dorada. La importancia de la biblioteca de Luna Pizarro estriba en que nos revela Iris fuentes que éste utilizó y nos permite conocer los autores y obras que le sirvieron de inspiración y que ejercían influencia sobre su formación espiritual. Asimismo nos da una idea de la cultura general de este gran per- sonaje y puede proporcionarnos detalles valiosos acerca de sus inclinaciones J- preferencia., intelectuales y culturales. El inventario revela igualmente los dos aspectos de la personalidad de Luna Pizarro, o sea, el del clérigo y el del político. S i bien predominsn un poco las obras religiosas, está presente, en forma marcada, la bibliograf~aclá- sica del político liberal de comienzos del siglo XIX, en las materias de la fi- losofía, del derecho, de la economía y do la historia. Abundan obras jurídi- cas, diarios de las Cortes, enciclopedias, diccionarios de lenguas, historias uni- Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.7, 1950
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx