Fénix 8, 395-418

INTRODUCCION A LA BLBLIOGRAFIA PERUANA 40 1 gresiva integración del conocimiento del mundo y la proyección universal de la audacia y el genio de España. La más extensa y copiosa de ellas es la segunda, cuyas materias se hallaban especialmente iluminadas por el afecto del autor: presenta la Biblioteca de las Indias Occidentales, convenientemente cla- sificada en veintisiete divisiones cuya diferenciación atiende a severos crite- rios. Y como sus afinidades humanistas lo conducen a repudiar la ficción, a buscar la verdad en la experiencia y el estudio, a restaurar la exacta dimen- sión del hombre en su aventura y su ambiente, otorga consideración preferen- cial a la Historia. Desde aquellas relaciones epistolares que escribió el Al- mirante del Mar Océano para dar noticia de su feliz empresa, considera las historias generales de las Indias, las que atañen a sus principales regiones o a determinadas ciudades, y los libros de viajes. Luego menciona las historias consagradas al origen, las instituciones y las ccstumbres de los indios; enu- mera los autores que lzan escrito en lenguas izdígencis, o sobre la cristianiza- ción de los naturales de América pasa u 13s historias particulares de las ór- denes religiosas y de los vararles que entre ellas se habían hecho ilustres por su obra misional o su santidad; incluye a los tratadistas que estudiaron la po- lítica y la organización instituciorial de las Indias, a los recopiladores de la legislación indiana, a los autores que describieron fiestas religiosas y exequias o sus observaciones sobre la naturaieza ariiericana; y, finalmente, ofrece pun- tual relación de los compiladores de libros de Indias y de sus dudas acerca de autores u obras que sólo conocía a través de imperfectas noticias. En los ca- sos que lo exigen alude a las reediciones, las traducciones, las trascripcione~ totales o parciales, y aún las refundiciones de que hubieran sido objeto los li- bros incluídos. Cuando sus referencias sobre una obra cualquiera no son di- rectas, cita la fuente de donde las ha tomado; y si atañen a manusciitos, ex- presa quiénes son sus poseedores. En consecuencia, los vastos y penetrantes escarceos que a toda clase de asuntos prodigó Antonio de León Pinelo, se ha- llan. sistemáticamente ordenados y claramente enunciados en su Epítome, y permiten inferir el mérito del trabajo que éste anticipaba como abreviada y sumaria muestra. Además, el laborioso colaborador de la Recopilación de L,eyes de Indios adoptó una forma de ordenación bibliográfica a la cual se ajustaron en aque- lla época otros trabajos de su especie, y ello di6 a su libro una sugestión adi- cional. En efecto, cada una de sus partes dispone los asientos principales en armonía con las pautas cronológicas de la aparición o la composición de los respectivos libros o manuscritos; y, cuando es menester, este orden se interrum- pe para intercalar uno o más asientos secundarios, en los cuales se enumera reediciones, traducciones, inclusión total o parcial en recopilaciones, y adap- taciones. Los títulos aparecen siempre en español y, si la obra hubiera apa- recido en otra lengua, con una lacónica mención de ella; son trascritos literal- mente sólo en caso de ser breves y, cuando no es así, se los consigna reducidos a sus términos fundamentales. Por aiiadidura, incluye dos claves d'e la con- sulta general, que contribuyen a realzar la magnitud de la tarea cui~tplida,a saber: una relación alfabética de las cuarenticuatro lenguas empleadas en las obras que el Epítome registra, y cuya difusión geográfica se puntualiza; y un Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.8, 1952

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