Fénix 8, 705-709
TESTIMONIOS a pesar de haber dado a la luz: números redoncios, cerca de trescientas cincuenta obras de diversos tamaños y contenido. A través de estas Iíxieas no pretendemos hacer un estudio sobre la personalidad y la obra de este insigne escritor, aunque en alguna ocasión lo hicimos, más bien con carácter informativo que ccn espíritu crítico. Medina, a pesar de sus setenta y seis años cumplidos (nació en Santiago de Chile el 2 1 de octubre de 1352), se halla aun lleno de sobus?ez y erguido; es bajo de cuerpo, viste corrientemente, con traje de saco, u:ra galera (bombín le dicen por aquí), y nunca deja su bastón cuando sale a la calle. Su vestir es tan sencillo como su carácter. Siem- pre lo vemos de liueii humor y con sanas disposiciones de comenzar cada día la fructí- fera jornada. En el Archivo de Iiidias -compañero fiel de cada día--- trabaja en muchas ocasioncs de pie junto a las clásicas mesas de San Aiitonic, llenándolas a la par que el sillón frailero que le pertenece, de papeles, frotas y libros. Entonces, no siempre, le ca- balga sobre el hueso nasal una gafa de arcaica traza de escribano, unida al chaleco por disimulado y obscuro cordón protector. Su frente es amplia y despejada y nos recuerda a un simpático retrato de Víctor Hugo, que adcsado a un muro, vimos hace ya muchos años en el estudio de iin pintor amigo, allá en los pintorescos linderos de Barracas. Re- luciente su calvicie, se funde en el occipital con una clara como blancuzca cabellera. Sus ojos pequeños, pero de intenso y brillante mirar, su nariz aguileña, bigotes largos. algo caídos y perita de punta. Su hablar es siempre pausado, con cierto dejo particular y son- ríe campechanamente, cuando nos cuenta algún comentario chistoso o un percance digno de referirse por su comicidad. Muchas veces -me lo refirió su noble esposa- la aurora los sorprendió a ambos laborando en común junto a la mesa de trabajo de "L,a Cartuja", lugar éste perdido en- tre árboles en el pintoresco pueblecillo de San Frazicisco de Mostazal, donde Medina ha planeado y concluído la mayor parte de sus obras, teniendo por único testigo, a un gigantesco buho de porcelana -mascota y exorno de su cuarto de estudio- e inseparable amigo de sus largas noches de vigilia, consagradas al progreso de las disciplii~ashistóricas, ccn un amor y un desinterés noble y ejemplar. La maravillosa biblioteca de Medina ha sido regalada por 6.1 rnisrno a su patria. Por sólo una parte de ella en 1908 se le ofreció en los Estados Unidos la suma de cien mil dólares, dato este que puede darnos ideo de su valor y su riqiiezti. Actualmente cons- ta ésta de 30,000 volúmenes, todos ellos escogidos y algunos de suma rareza, figurando entre los mismos muchas de las primeras piezas salidas de !as prensas hispanoamericanas. Completan la citada biblioteca unos quinientos volúmenes con copias de marius- csitos relativos a la historia de América, coleccior,ados y hechos sacar por Medina en los principales archivos de Europa donde se conservan los origiilaies. E l gobierno chi- leno, paro la guarda de tanta riqueza bibliográfica, creó dentro de la Biblioteca Nacional de Santiago la Sala Medina, y e1 insigne polígrafo, como complernerilo de su donación, redactó y publicó su catálogo en dos gruesos vo!íitnenes, para el rnejor manejo y apro- vechamiento del material por los estudiosos, con u11 cariñoso prólogo de don Ramón Oli- veres, actual cónsul de Chile en Sevilla. La sala se ha exornado con grandes paneaux de- corativos dehidos al pincel del a.rtista franc¿-s Bonr:e:lcoi~tre, en los que se representar] vistas panorámicas de las principales ciudades cr, las cuales residió y trabajó por muchos años Medina, y entre ellas dcbcmos citar a Sevilla y a Lima. Figuran representados en los mismos panneaux, los graiider, archivos espaííoles, y con e!los hay otros de carácter anecdótico, en los que se ve al nombrabo polígrafo y a su esposa trabajando en sil an- tiguo salón de estudios o junto a lzs prelisas de su famosa imprenta particular. Medina posee utia colección numismitica Única en e1 miindo, en lo que respecta a los países de Hispanoarnérica, figurando en ella muchas piezzs de oro can su respectivo duplicado. De las acuñadas en Inglaterra con motivo de la expedicióri y ataque del al- mirante Vertloil contra Cartagena de Indias en 1741, posee más de 300 piezas distintas, y el número total de la colección llega aproximadárneiite a 4,000, entre monedas y me- dailas, algurias de ellas piezas Únicas, como la labrada con el primer platino que se es- trajo de las minas del Nuevo Reino de Granada. La mayor preocupación actual de Me- Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.8, 1952
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