Fénix 8, 710-716

Crónica CENTENARIO DEL NACIMIENTO DE JOSE TORIBIO MEDINA E l 2 1 de octubre de 1952, al conmemorarse el primer centenario del nacimiento de José Toribio Medina, efectuóse en Santiago de Chile un certamen internacional a cuyas reuniones se dieron cita especialistas de todas las ramas de la ciencia que el ilustre biblió- grafo cultivó. El gobierno del Perú acredití> una delegación, presidida por el doctor Alber- to Ulloa Sotomayor, Embajador en Chile, e integrada por el doctor Raúl Porras Barrene- chea, el ingeniero Cristóbal de Losada y Puga y el doctor José Jimériez Borja. Damos a continuación el texto íntegro del discurso pronunciado por el Embajador del Perú, doctor Alberto Ulloe, a nombre de los delegados extranjeros a la Conmcmora- ción del Centenario de don José Toribio Mcdina, contestando las paiabras del Ministro de Relaciones Exteriores, señor don Fernando García Oldini, en el banquete que éste ofreció en el Hotel Carrera: "Excelentísimo señor Ministro de Relaciones Exteriores, señores: Hay un notorio y sugerente simbolismo en la coincidencia de la fecha en que se conmemora el Centenario de don José Toribio Medina y la del Descubrimieilto de Amé- rica, que hemos celebrado ayer. Hace más de cuatro siglos el espíritu español -grandeza, dominio, fe y aventura- impulsaba las naves de Colón. Cuatro siglos más tarde de que ese espíritu impregnara para siempre a América, abriendo cori la espalda el camino de la cruz e iluminarido con la cruz ia senda de la inteligencia, aquel hombre prodigioso por la capacidad, por la laboriosidad, por la constancia, redescubría España en América, me- diante la persecución del rastro de su obra cultural. E n este sentido los trabajos de Medina puede11 también representar, como en las reconstrucciones arqueológicas, a las que no fu& extraño, excavaciones bajo las capas su- perpuestas de los años y de las edades seculares de la Historia para encontrar las mues- tras o los vestigios de la civilizaciór, intelectual española, y reconstruir una obra disper- sa e ignorada, iio obstante que de ella se seguía nutriendo y derivando la civilización americana. No creo que exista caso más portentoso de investigación documental y de tenaci- dad renovada a lo largo de una existencia octogenaris. El hombre, el diplomático, el funcionario, tienen que abrir paréntesis a la vida, pero el erudito continúa trabajando sin solución de continuidad en el empeño ni en la minuciosidad de la faena cotidiana. Re- corre las bibliotecas, los archivos, las colecciones. Unas veces son los inagotables ar- chivos españoles de Sevilla, de Simancas, de Cidiz, de Madrid, del Escorial, cuyos do- cumentos son el alfabeto de la cultura americana; y donde están los orígenes cle los ríos caudalosos o de los torrentes ds la vida de las instituciones, de las ideas, de las expre- siones, y de los actos de los hombres. Otras veces es 13 Biblioteca Vaticana donde la Historia ha depositado, con fide- lidad y misterio, sus secretos; o el Museo Británico, donde cada era ha ido dejando pie- Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.8, 1952

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