Fénix 9, 352-412
384 FENIX A todos es constante, que la Constitucion segunda, fué la obra de un dictador, que queria permanecer en el trono, y no temía el fin de Cesar. Los medios con que quiso cubrirse la empresa, fuéron mas ilegales que el hecho mismo. Tengo la satisfaccion de haberlo representado con oportunidad, y en la época en que todos callaban. Esto es evidente; mas tambien lo es, que to- dos los pueblos juraron esa Constitucion, Juramento nulo, que recayó sobre un acto ilejitimo. Este có-]p.7ldigo segundo es por notoriedad insubsistente. Pe- ro sabemos que las cosas de esta especie no pueden hacerse ni deshacerse por voces generales; se requiere la expresion de la voluntad, de un modo confor- me al sistema representativo. Los diputados dirán, y no hay que dudar que lo dirán, que el Perú no quiere esa constitucion; que la detesta, como la carta de su nueva esclavitud, como la egecutoria de la tiranía, como la obra de la mas descarada violencia. Tal vez determinarán. que se queme en público por mano del verdugo. Todo esto puede ser muy bien, que se declare y mande por los que tienen autoridad para declararlo y mandarlo. Entre tanto la prensa grite de continuo, para que no haya ningun personero de la nacion, á cuyos oídos no lleguen los votos de la mayoría. Estos renglones bastan para convencer, que hoy no hay Constitucion subsistente. Ellos mismos demuestran la necesidad de que se sancione otra, ó que se apruebe la antigua, para que tenga su valor. Dije y ofrecí al pueblo, que se restituiría esa Constitucion puesta á tierra por el juramento de la se- gunda. Ni me retracto, ni me contradigo. El primer dia en que se reuna el Congreso, contemplo se ordenará, vuelva á juzgarse por ella; pero esto será mientras se examina, modifica y reforma. No: la intencion del ministro de Estado no es llevar al cabo su pro- yecto. Mi virtud principal, es la docilidad. Si fuera amante de mis opiniones, no hubiera elegido para la crítica de mi obra, señores, de quienes me consta, que son opuestos á mi sistema, principalmente en lo que toca á religion, ma- teria que será sobre que me combata el autor del diálogo, segun desde ahora presumo. Por eso para que se desengañe como piensa Vidaurre, finalizo, agre- gando un rasgo que se iba á incluir en este papel. Si mi proyecto fuese de- sechado, cómo el de Flores Estrada, la posteridad conocerá que mi ánimo fué trabajar por mi patria que soy ministro de Estado de Justicia del interior y exterior; que no dejo jamas un expediente resagado; que oigo con pacien- cia á pobres y ricos sabios y necios hombres y mugeres; y que sostuve dos periódicos trabajando catorce horas cada dia al cumplir los cincuenta y cuatro años. Son infinitas las personas que se han declarado contra mí, por mi dis- curso en el Peruano núm. 19 sobre el tolerantismo. Este es un apóstol contra la religion, se dice: todos los servicios patrióticos que ha hecho, se obscurecen á presen-lp. 8lcia de sus ideas irreligiosas. ¿Qué sería de nosotros, si hubiesen templos con ritos diferentes de aquellos que observáron nuestros mayores? Lo que ibamos á ganar de felicidad terrestre, lo perderíamos en la eterna desgra- Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.9, 1953
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