Fénix 9, 352-412
Todos los hombres permanecen libres. Si esta libertad se entiende del estado salvage, del estado de la naturaleza, de hombres errantes los bosques, la proposicion puede ser verdadera; ¿pero en qué consiste su utilidad con res- pecto á nosotros? Los hombres actuales, los hombres que nacen bajo de un gobierno, están del todo sugetos por el mismo hecho á leyes buenas 6 malas. El defecto de libertad es el testo continuo de quejas y clamores. Los mismos legisladores que declaran solemnemente, que todos los hombres permanecen libres, no cesan de gemir bajo de la servidumbre hereditaria de la mayor par- te de las naciones [2]. Esta contradiccion, se dirá, no es sino aparente. Es preciso distinguir el derecho del hecho: los hombres esclavos en un sentido, son libres en otros. Libres por relacion á las leyes de la naturaleza, ó esclavos por relacion á las leyes políticas, que se llaman vanamente leyes, y que no son tales, pues son contrarias á las leyes de la naturaleza [3] Ip.61. Ved aqui el lenguaje sutil á que se recurre cuando se quiere negar lo que es, cuando se hallan embarazados en hechos notorios, cuando se tiene contra sí la evidencia de la verdad. Las leyes de la naturaleza, sobre las cua- les cada uno raciocina á la fantasía, no son sino las leyes imaginarias; el que las alega no hace sino alegar su voluntad particular y quiere sostituir una ficcion á la realidad [4]. El filósofo que pretende reformar una mala ley, no niega la ecsistencia de esta ley, no contesta su valor, no predica la insureccion contra ella: espone sus razones; hace sentir los inconvenientes de esta ley y las ventajas que se hallarían en revocarlas. El carácter del anarquista es diferente; niega la ec- sistencia de la ley, no conviene en que tenga valor, excita á los hombres á no conocerla como ley, y á que se subleven contra su egecucion [ S ] . Todos los hombres permanecen iguales y derechos. Todos los hom- bres, es decir, todos los seres de la especie humana. Así el aprendiz es igual en derechos á su maestro, tiene el mismo derecho de gobernar y castigar á [2].-Permanecen libres: quiere decir, que las malas leyes y gobierno no han mu- dado su naturaleza, aunque se halle impedido el egercicio. El pájaro en la jaula no vuela, pero es volátil. En lo que sí hay una contradiccion, es en decir: que los legisladores que declaran ser libres los hombres, permanecen ellos en servidumbre: este es un imposible. Si hay derecho representativo, en cuyo caso e1 pueblo es legislador, no puede haber es- clavitud. Estos mismos son los pensamientos del autor en el acapite que sigue. [31.-Veamos como responde á este grande argumento. [4].-Aunque es mi opinion que muy pocos libros deben ser prohibidos, este cuader- no debería serlo. Esas pocas clausulas concluyen con la moral, y por consiguiente con la buena política que es una emanacion de ella. Si el autor de la naturaleza no hubiera dado leyes fijas á los hombres, jamás podria reconvenirlos; obrarían segun sus pasiones y afec- tos, sin otra ley que la inclinacion. Serían peores que los brutos, pues estos tienen en el instinto leyes fijas. No habría remuneracion, no habría prémio ni castigo. Lo animado é inanimado, el racional y el irracional, están sugetos á leyes. El Ser Supremo mismo las tiene, segun Montesquien. 151.-Una ley: mala no es ley. Después de muchas meditaciones defini la ley los pactos que unen los pueblos y los ciudadanos entre sí. Estos pactos deben ser justos; si no lo son, no hay pactos sino opresion y violencia: es la jaula del pájaro. Si lo que se llama ley es un decreto de un tirano, el remedio es la insurreccion y el puñal. Es la cons- titucion de Bolivia dada por la fuerza á dos repúblicas y que se pretendió dar á otra que supo repelerla con indignacion. Si la ley es mala por error de concepto de los represen- tantes legitimas de los pueblos, los sábios deben esclarecer el caso, valiendose de la prensa, y el Congreso reformarlo. Entre tanto que esto se hace, debe tener valor, y el cnarquista que trata de turbar bajo ese pretesto la sociedad, merecerá el mas serio castigo. Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.9, 1953
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