Fénix 9, 352-412

su mamestro, que su mlaestro de gobernarlo y castigarlo. Tiene tantos derechos e n la casa de su maestro, como lo tiene el maestro mismo. El caso es el mis- mo entre el padre y el hijo, entre el tutor y el pupílo, entre la muger y el marido, entre el soldado y el oficial. El maniaco tiene el mismo derecho de en-/p.7lcerrar á sus guardianes, como sus guardianes ti'enen para encerrarlo. El idióta tiene el mismo derecho de gobernar su familia, que su familia de go- bernarlo. Si todo esto no se contiene plenamente en el artículo de la decla- racion, no significa nada, absolutamente nada. Sé bien, que los autores de la declaracion, no siendo ni locos ni idiótas no pensaban en establecer esta igualdad absoluta. ?Pero qué querían ellos? La ignorante multitud debia entenderlos mejor que lo que ellos mismos se entendían ¿Cuando se proclama la independencia hay seguridad de que se nos escuchará [6]. Las distinciones sociales no pueden fundarse sino sobre la utilidad co- mun. Este es un paso retrógrado. Este es una retraccion fraudulenta. Co- nocieron los legisladores confusamente que debian de establecer la igualdad en toda su plenitud lp. 81. ?Qué hacer pues? hablar de distinciones sociales, olvi- dando que habian abolido todas las distinciones. Asi en el mismo parágrafo dan y quitan, establecen y destruyen, abansan el principio absurdo de la igualdad para agradar á los fanáticos, é introducen insidiosamente el princi- pio de distinciones para apaciguar á los hombres tímidos ó racionales, que se revelarían contra la quimera de la igualdad, presentada sin máscara [7]. ?Pero qué se entiende por estas palabras? no pueden: ?Se quiere de- cir, que estas distinciones no son establecidas, ó que ellas no deban serlo, ó que si ellas ecsisten sin ser fundadas sobre la utilidad comun, se han de tener como nulas y no consedidas? [8] Se puede escoger, porque estas palabras tie- nen tres significados perfectamente distintos. Lima 1827 Imprenta Republicana: por J. M. Concha. [6].-Esta obra no es contra los sofismas. sino por el contrario un encadenamien- to de sofismas. Todos los hombres permanecen iguales en derecho, estos derechos son los naturales é imprescriptibles del hombre; pero estos derechos pueden estar sin ejercicio en utilidad del mimo hombre á quien se impide el egercicio. El niño á quien se enseña debe obedecer, para que de ese modo llegue á conseguir propiedades y tenerlas seguras. E l hijo se sugeta al padre, porque sin este freno quedaría expuesto á males terribles en lo fisico y en lo moral. La muger como d6bil tiene en la potestad del marido un am- paro. Al loco y al frenético no se les deja la libertad, porque no abusen de ella. Nótese que en todas las limitaciones siempre se procede en favor de la persona á quien se li- mita la libertad. [7].-E1 crítico se engaña: las distinciones sociales, lejos de disminuir los derechos del hombre, y su igualdad ante la ley, aseguran estos bienes. ¿Sin jefes como se mo- verian los ejércitos? Sin majistrados, cuáles no serían los desastres que causarían las pa- siones. Todo e s t j en entenderlos: distincion en pro de la sociedad no en pro del individuo. [8].-Hay distinciones no solo inútiles á la sociedad, sino perjudiciales á ella en todas las monarquías aun moderadas. Este es un hecho que no se puede negar: en Ingla- terra y en los países bajos hay un diluvio de ociosos, llenos de bordados que no hacen sino mantenerse con esplendor del trabajo de los demas. En los Estados-Unidos de Amé- rica hay sirviendo Útilmente al estado. De este modo se en t i e~deel resto de la observa- cion de Bentham. Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.9, 1953

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