Fénix 9, 424-435
TESTIMONIOS 433 FELIPE ROTALDE En la redacción de La Crónica encuentro a Felipe Rotalde; entregado de lleno a su infatigable labor diaria. Rotalde no opone resistencia alguna para responder a mi pre- gunta. Por el contrario, se apresura a satisfacer mi indiscreta curiosidad. Sin los titubeos, que a veces, una interrogación disparada a boca de jarro produce, Rotalde expone: -En mi concepto, Ricardo Palma es el más grande y el más representivo de nues- tros literatos. Representa a la Lima del pasado, a la de hoy y a la de mañana. Es in- mortal como la misma ciudad, que cambia áe trajes, pero que conserva su misma fres- cura espiritual, y la picardía y lisura tan proverbiales en las limeñas. Dentro del con- cepto puramente nacionalista, Palma refleja, además, todos los matices de la vida pe- ruana, y avanzando fuera de las fronteras, también, refleja la misma animación de un am- biente general para todos los pueblos americanos del sur, tan semejantes en costumbres. Es pues, un representativo de toda la América española. Por eso, y porque sembró en tierra fértil que no ha de agotarse nunca, es el primetro en mi admiración. -?Y quiénes siguen en su simpatía y en su admiración al ilustre tradicionalista? -González Prada puso todo su fervor en obra nacionalista también. Se ha ha- blado de la forma, pero esto es un accidente. En el fondo toda su peruanidad fué va- liente ante el abatimiento de un pueblo en derrota. No hizo mal al poner hierro candente sobre heridas no cicatrizadas. Su obra es valiosa y digna de ser seguida con fe y en- tusiasmo. -José Santos Chocano -añade Felipe Rotalde-. es asimismo, un signo máximo de nuestra literatura. Mi impresión es admirativa ante este poeta a quien considero el primero de América por su machedumbre y su imaginación prodigiosa. José Eguren tiene para mí un sentido claro, puro, de romance escondido. Días vendrán en que Eguren pasará a ocupar el sitio que le corresponde en la evolución de la nueva poesía americana. Y por último tengo en César Vallejo la fe más profunda. Es un representante formidable de la raza de hoy, un caso genial de indio profundo y luminoso. Estoy seguro que vendrá de París a alumbrar nuevos senderos con luminosidades nunca vistas. -?Quiere decir que usted tiene mucha fe en el porvenir de ellos? -Efectivamente, vibra en cada uno de estos fuertes espíritus un concepto muy claro de americanismo, esa fuerza tremenda que se va alzando en esta ubérrima porción del mundo y que habrá de plasmar sus ansias insatisfechas en futuro próximo. Para entonces, cada una de estas figuras destacará con aureolas infinitas animando a los legionarios de la nueva raza fuerte. EMILIO GUTZERREZ DE QUINTANILLA Cuando el director del Museo de Historia Nacional, don Emilio Gutiérrez de Quin- tanilla, se entera del objeto de mi visita, abre desmesuradamente los ojos, y, sonriendo le- vemente, me revela su sorpresa. -Su pregunta -me dice luego-- dentro de su aparente sencillez, tiene, sin em- bargo, una gran complejidad que no me permite contestarla satisfactoriamente. ¿Y sabe usted por qué? -No -le respondo-. Y me sentiría muy dichoso si usted tuviera la bondad de explicarme la verdadera razón por la cual no le es posible absolver mi interrogación en forma concreta. Porque lo que yo deseo, ante todo, es que me diga cual es, en su con- cepto, la figura literaria más grande que ha tenido el Perú. Se trata de una opinión au- torizada que Perricholi no puede dejar de consignar. Mi amable y culto interlocutor divaga brevemente acerca de la autoridad de algunas opiniones y en seguida me responde: Yo me encuentro incapacitado para satisfacer sus deseos. Y como observa que me causan extrañeza sus palabras, agrega. -No es, desde luego, que yo me considere inútil para opinar en este caso. De lu que se trata es de otra cosa. Es de la forma como plantea usted su interrogación. figura literaria más grande? Pues bien. Dentro de la literatura caben muchas especia- lidades, verbi grafia, la novela histórica, la novela romántica, la poesía en sus diversos gé- neros. Para que yo pueda emitir una opinión clara y terminante, sería indispensable saber a qué género se refiere usted. De otro modo correría el riesgo -idel que Dios me libre!- de entrar en una larga serie de consideraciones algo absurdas y de terminar por m ser sincero. Insisto en que Gutiérrez de Quintanilla ya que no desea entrar en explicaciones más c menos ligeras, me de, al menos, un nombre de las grandes figuras literarias que hemos tenido en el Perú. Pero su decisión, por lo visto, es inquebrantable. -¡No! -murmura-. iNcmbres no! iNi uno siquiera! ¿Cómo puedo citar un Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.9, 1953
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