Fénix 9, 424-435

TESTIMONIOS 42 7 rato que ha tenido el Perú, me obliga a producirme, pese --como digo- a mi falta de autoridad en la materia. -Pienso -continúa Dulanto- que la mayor figura literaria con que cuenta el país es la de Ricardo Palma. Me vuelvo todo oídos y el catedrático de Historia continúa: -La manera como Palma cultivara ei género de las tradiciones, no tiene anteceso- res ni continuadores. Realizó, pues, una verdadera creación, fruto espontáneo y primo- roso de su ingenio. Palma es solo Palmz. Y por serlo su figura estatuaria sólo se con- viene perennizada en una cima universal e inaccesible. -A más de eso -prosigue- Palma, al reconstruir ,con el milagro de arte, con más justeza que con documentos históricos fehacientes, al decir del severo Juan Valega, todo lo que el Perú fué, resulta sobre genial, representativo de una época tan dilatada cuanto maravillosa. Sobre estas calidades, la maestría del estilo, el don como ninguno de la facilidad y de la concisión, la frescura y el embeleso, que aligeran, sus páginas aromosas. Y nada más difícil que esta clase de ingenio. -Añada usted por sobre todo esto, la unidad literaria en la vida del hombre. Ac- cidentalmente marino o aficionado a lides políticas, pero sustantivamente literato siem- pre, sin más finalidad auténtica y realizada que la de su arte amado. --¿Quién entre nosotros con mayor suma de atributos literarios? Y no concluyo porque esta pregunta de usted, mi querido amigo, ha tenido la virtud de retrotraerme no sin cierta complacencia, a casi tres lustros, incorporándome, por el recuerdo, a mi agi- tada vida universitaria, que en cierta ocasión asociara a uno de los mejores días de Palma, cuando todas las juventudes de América, representadas en el Tercer Congreso de Estu- diantes Americanos reunido en Lima, le tributaron espléndidos y fervorosos homenajes, en actuación auspiciada por la Directiva del Centro Universitario que presidía yo entonces. -De este tiempo ya distante -concluye- en que, como de mi juventud, pese a quebrantos, florecían ilusiones, a estos mis días de ahora, no ha variado mi culto ni cam- biado mi juicio sobre la obra literaria del viejo e insigne tradicionista cuya figura, ya melancolizada, cúpome exaltar otra vez JOSE SANTOS CHOCAN0 E l poeta departía amablemente con algunos redactores de La Hoguera. Se produjo el saludo cordial del caso. -¿Sabe usted -me pregunta-lo que me entretenía en este momento? Me dedi- caba a pulir un poema intitulado Rejas líricas. Oigalo usted. Chocano me entusiasma con la lectura de su admirable poesía. Le ruego me la proporcione para publicarla en Perricholi y el poeta me responde: -Tendría mucho gusto en darle este poema a Perricholi pero ya está designado pa- ra salir en el tercer número de La Hoguera. Después de esto entro de lleno en el reportaje: cuál es, en su concepto, la figura literaria más grande que ha tenido el Perú? Chocano contesta más con el gesto que con la palabra. El gesto lo dice todo. Luego la palabra añade: -Yo. A poco el gran poeta agrega: -Ricardo Palma y Manuel Gotlzález Prada son dos literatos que se completan. Ricardo Palma representa la evocación y González Prada la renovación. Solo los miopes pueden establecer contraste o diversidad entre ambos. Porque ambos se completan. No se puede prescindir del pasado para hacer porvenir. Ni es posible sustraerse de las fuerzas que traen hacia el porvenir, inmovilizándose en la contemplación del pasado. -Ricardo Palma -continúa Chocano- tuvo la suerte de vivir al margen de la política. Gonzilez Prada fué un gran literato a quien la política, desgraciadamente, de- voró. De esta manera puede afirmarse que la figura de Ricardo Palma es la más grande d e la literatura sin política y que la figura de González Prada es la más grande de nues- tra literatura política. A González Prada puede estimársele como literato representativo de la transformación nacional hacia un porvenir que él mismo ya no representa. Xicardo Palma es el representante de la segunda hegemonía del Perú, que es la del virreinato, y de la novela picsresca en que vivió siempre la república hasta la guerra del Pacífico, sobre cuyas ruinas es que aparece la iracunda y profética figura de González Prada. Para terminar expone el cantor de América: -En el Perú puede decirse que entre ambas figuras ha quedado definitivamente he- cha toda la literatura representativa de la capital; esto es, de la costa. No se de figura alguna que represente la literatura de la sierra, si se exceptúa la labor sólida que coils- tituyen los Cuenfos Andinos de López AIbGjar. Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.9, 1953

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