Fénix 9, 424-435

-Tocante a la montaña, que en mi concepto señala el Porvenir, esto es, la tercera hegemonía del Perú, no sé tampoco de nadie que haya hecho obra, confesando yo por mi parte que es ella, la Montaña, la que desde mi poema El derrumbe, de mis veinte años, de- terminó el carácter tropical de mi poesía, cuya exuberancia no puede ser entendida sino por los que conocen las selvas tropicales, lo que nosotros llamamos "la Montaña". Y lo que es yo por mi parte,, siento verdadera admiración y gran cariño, tanto por Ricardo Palma, como por González Prada, complaciéndome, por lo mismo que de ambos recibí muestras excepcionales de estimación y estímulo, de unirlos en esta ocasión dándole a ca- da uno lo que es suyo y repartiendo mi espíritu por igual entre los dos. GUZLLERMO SALINAS COSZO Por considerar de importancia conocer la opinión de don Guillermo Salinas y Cosío, -catedrático de nuestra Universidad Mayor y autoridad indiscutida en todas las cuestio- nes de arte-, le solicité una breve entrevista que inmediatamente me fuera concedida con la exquisita gentileza que tanto contribuye a acentuar en él ese don de gentes que es una de los perfiles más destacados de su personalidad. Y cuando este sereno y ponderado crítico de arte, que es, también, uno de nues- tros hombres mSs cultos y estudiosos, se entere de mi propósito, se muestra llano a satis- facerlo, no sin antes decirme con su habitual sencillez. -La pregunta de Ud., ante todo, debe ser formulada únicamente a los que han hecho de la literatura una profesión, y que, por lo tanto, se encuentran capacitados prra absolverla con presteza. ¡Pero yo! Y como él observa que trato de interrumpirle para manifestarle mi extrañeza por sus palabras que no están, en modo alguno, con el prestigio intelectual de que merecida- mente goza, me dice a su vez: -Acaso tome usted por falsa modestia lo que sinceramente voy a decirle. Pero es un deber mío advertirlo. Si usted, por ejemplo, me interroga sobre cuestiones artísticas, sobre esa materia que yo domino, no sólo le respondería al punto, sino que también lo haría verdaderamente complacido. Todos saben que mis actividades intelectuales no son literarias y que yo actúo en campo distinto. Es por esto que no me creo con suficien- te autoridad para emitir una opinión acerca de la encuesta. Pero comprendo, a la vez, que como todo hombre que se interesa por nuestro desarrollo cultural, debo seguir de cerca el proceso de esa cultura, y, por lo mismo, estoy obligado a tener un concepto propio respecto del estado de nuestra literatura; y también a no omitir mi opinión. Y hecha esta salvedad fundamental que revela en mi distinguido interlocutor un elevado sentido de la vida y de los hombres, me pregunta a su vez: -Es conveniente saber ahora, con absoluta precisión, el verdadero alcance de su pregunta. ¿Se refiere usted a la más grande figura literaria que ha tenido el Perú? -Sí, -le respondo. -¿Exclusivainente literaria? -Exclusivamente. -Pues entonces no vacilo en contestar que esa figura es don Ricardo Palma. Pal- ma, en efecto, hizo una admirable obra netamente literaria que no sólo sorprendió a to- dos los peruanos, sino que también tuvo, -y seguirá teniendo-, enorme resonancia en el extranjero. Fuera del Perú es el escritor que más se conoce y su obra la que más se ad- mira. Ella tiene contornos precisos y ostenta un innegable sello de originalidad. Puede decirse que don Ricardo es un escritor muy nuestro. Con estas palabras creo haber con- testado, en forma categórica, a su interrogación. Ahora ya puedo hablar de otros. -¿Cuáles por ejemplo? -González Prada es uno de ellos. Imposible ocultar mi admiración por la obra y por la vida de este escritor formidable que en la historia intelectual del Perú tiene sin- gularísimo relieve. Pero yo admiro a Goi~zálezPrada no por su valor literario sino por su espíritu combativo, por su frase rotunda y lapidaria, por su gran amor a la verdad y a la justicia. Por eso, considerando a Prada como a una eminente figura intelectual, ne- cesariamente tengo que colocarlo en un plano distinto a Palma. Y ya sé que usted sólo desea saber cual es la más grande figura literaria del Perú. ¿No es verdad? -Sí, -le respondc-. Así es. Y estrecho para despedirme, su mano que me la brinda cordialmente. RAUL PORRAS BARRENECHEA -No me creo entre los llamados a responder a esa encuesta, -me dice Raúl Po- rras, uno de los espíritus jóver.es más equilibrados y de más positivo talento. Y cuando yo, tratendo de vencer su resisteccia, le digo que se halla en error al expresarse así, él me dice apresuradamente: Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.9, 1953

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