Fénix 9, 81-196

92 FENIX no, según recordó oportunamente Menéndez y Pelayo. No me parece muy fácil de admitir sin profundo escalpelo la opinión de Luis Alberto Sánchez, para quien la Defensa es en cierto sentido una man~erade respuesta al Arte de amar. Según la calificación de Pedro de Oña, la obra es una sucesión de "ejem- plos de la edad passada y nuestra", destinada a fundamentar la opinión del autor. Edad pasada y nuestra, lugar común, que apunta si queremos, al ver ver y al oir tópicos de la hora: se trata de hacer un recuento de lo visto y y al oir tópicos de la hora: se trata de hacer un recuento de lo visto y oído, un balance de lo que ha experiencia y ciencia. El mismo Dávalos parece . . .. . . negar los excellentes y excelsos casos, que os estoy narrando y cuando agrega todavía: Y si ver lo quereis, abrid los ojos, leyendo historias casi ya oluidadas; (1, 98 ab) Oña piensa que aun cuando loable, el intento de Dávalos resulta vano, pues no habrá quien se resigne a formar en e! cortejo, dado que sobraría el catálogo de ejemplos con el solo y vivo de Cilena, en cuya riqueza únicamente falta lo que en el patrimonio del "estrellado tronc". Estos malos versos de Oña que preceden a la Defensa se conciertan con el propósito de Don Diego de cele- brar las raras dotes de Cilena; a ella ocurre el autor a lo largo de sus cantos, con ánimo de que el callado elogio surja de la propia invocación. Que la Defensa es, en espíritu, prolongación de la Miscelánea es cosa que parecen corroborar los versos preliminares. Acuña y Marañón aluden en los suyos al propósito de Dávalos de luchar contra la vulgar opinión. Fernán- dez de Córdova, emparentado sin duda con Dávalos por la vía de Diego de Aguilar y Córdova, une otra vez a Delio con Cilena en el elogio, y pone en ella especial atención: si no bastara Delio "con verso raro, horoyco, y nume- roso", "Cilena sola al vando victorioso . . . esclaresciera". Para Gabriel d'Oria, Dávalos es como una luz que ilumina de repente y da claridad ahí donde la vulgar opinión había colocado una cortina "que presumió añoblar las Damas bellas". Ruy Lopes de Frías ve también en Cilena el enlace amoroso que ha- bían entrevisto los pastores protagonistas de la Egloga de Almaraz en las pá- ginas iniciales de la Miscelánea. Juan de la Portilla alude, con recuerdo eti- mológico, a la sangre de los Aguilar y los Figueroa que corre por las venas de don Diego, y así ío ve con todo el instrumental retórico contemporáneo: "Se- gundo Phebo, y sin segundo Marte". Lo d,e Marte, guerrero, casa muy bien con el propósito de Dávalos de defender a las damas. Para probar, frente a Ercilla, su intención, ha de cantar precisamente el valor asentado en feminiles pechos. Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.9, 1953

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