Fénix 9, 81-196
102 FENIX a las damas. Con el valor, se cantarán las grandezas, los efectos. Es defensa (nombre bélico, empresa militar) que pide léxico apropiado, y que Dávalos emprende disponiendo los elementos propios de una retórica que ha de ser, por lo consiguiente, militar. Por eso se levanta: con fuerte escudo, y bélicos pertrechos (1, 1 e ) Y es defensa que ,emprende con ánimo, al par que de "disculpar" a las mu- jeres de tanto anatema y tanto vituperio, con el repetido intento de agradar: porque mi fin es solo de agradaros sin otro premio, ni buscar mas gloria pero como mi pluma solo espera agradar a los labios. . . y porque resplandesca mas la gloria, que pretendo, y procuro por tal arte (11, 44 cch) (111, 42 de) (IV, 12 ab) No necesita el poeta, y es lo único que pide, sino silencio y adhesión: el que se offenda con su injusta offensa solo me escuche; y salga a mi defensa. (1, 1 fg) No necesita más. Mejor dicho, reclamará aún el aliento de las divinidades, buen lugar común de la época. Las alusiones a Polymnia y al "licor sagrado" de Calíope (1, 2 ab) nos colocan de inmediato en el trillado terreno de la mitología, que no supone erudición precisa. Por otra parte, Dávalos hará caso omiso de la mitología; se conforma con la buena intencián: con el intento quedare gozoso, lleno de gloria, ufano, y victorimo. Se arma, pues, llevando por escudo la razón y la verdad; con ellas luchará, en primer término, contra la opinión de los filósofos: Contra los quales quiero señalarme, lleuando la razon por fuerte escudo, y no menos verdad, para ampararme, (1, 6 abc) La lucha se hará por bandos. Dávalos estará en la corriente que ampara al "femíneo vando" (1, 6 g). Por eso cantará "hazañas olvidadas" (1, 12 d). Se anuncian, como vemos, voces típicas de un vocabulario guerrero, que alcan- zarán rico m-uestrario en la estancia dedicada a Dido: Historia es cierta, que la Reyna Dido, gran fundadora de la gran Cartago, por no offender al muerto su marido, lamas temió de Hyarbas el estrago; pues por muger auiendola escogido, no se venció con armas ni halago; antes, huyendo de plazeres vanos, tomó la muerte con sus proprias manos. Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.9, 1953
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