Fénix 9, 81-196
8 6 FENIX valor de Tomiris (22-24); la mención de Semíramis (25-28); la de Pontica (29-35), enlazado por una fugaz reflexión (36) con la historia de Poncela (37- 38); el caso de Ménor (39-40) y el de Zenobia (41-43), enlazado asímismo por reflexiones (44-45) con :os de Lampedo y Martesia (46-48). Las reflexio- nes se ofrecen ahora con abundamiento; hallamos una (49-52) antes de entrar en la historia de Mannia (53-56), otra en que se analiza extensamente la co- bardía del hombre (57-67) como prefacio a la mención de Hirena (68-71), a la que seguirá la reflexión final consagrada (72-78): porque siento el aliento fatigado; y pues el vuestro lo estará un tanto, tomad esfuerco para el otro canfo. (IV, 78 efg) Contra quienes llaman vengativas y avclrientas a las mujeres, y las con sideran "guerra del varón", va escrito el canto Quinto, donde el número de las evocadas es menor que el de las reflexiones. Lo inicia Dávalos asegurando que ha de quedar afrentado quien no buscó sino el denuesto de la mujer (1-2), para recordar en seguida (fuente griega) a la madre de Héctor (3-5); síguese el recuerdo de Crates y Licusgo (6) y el ejemplo de las sabinas con su consi- guiente elogio ( 7 - l l ) , tras el cual se expone, matizada por apóstrofes que sacan al relato del tono impersonal, la historia del comportamiento de las romanas con motivo de la tiranía de los godos (12-16). Viene después la reflexión so- bre lo endeble del poder humano y la necesidad en que vive el hombre de la ayuda divina (17-19), para hablar inmediatamente del cerco de Vispeg (21- 25), al que se seguirá la historia que exalta el arrojo de la fiel y amorosa Evad- ne (26-28). Se recuerda a continuación (29-30) cómo Tomando brasas, publicó su duelo la bella Porcia por la dolorosa muerte de Bruto . . . y se elogia su ejemtplo de constancia y amistad. El juicio sobre la amistad que sigue a este relato servirá de introducción al caso de Julia, la primera mu- jer de Pompeyo (31-33), que dió prueba irrecusable de su adhesión matrimo- nial. Una mención fugaz inserta en el catálcgo el recuerdo de la mujer del conde Fernán González (34). Termina la primera parte del canto, y anuncia Dávalos su propósito de dedicar el resto a combatir la acusación de vengativas (35-37); lo que se sigue va dirigido sobre todo al vulgo: diré una historia, dó será enterado el falto de razon, y el mas discreto la juzgará bastanfe en lo secreto (V, 37 efg) Comienza esta segunda sección con la historia de Tercia Emilia, la sierva de Scipión el Africano (38-43). A propósito de ella trae a cuento Dávalos, para confrontarlas, la opinión de Séneca y de Protágoras (46-48), de que había he- cho juicio en los inicios de la Defensa. El caso de la mujer y las hijas de Da- Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.9, 1953
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