Fénix 9, 81-196

Dexemos gente que es tan enemiga de nuestras honras, patria, y dulce tierra, con posponer vn rato de fatiga, por el honor que el vil temor destierra: y pues a no temer la muerte obliga tanta ganancia como aqui se etncierra; ofrescamos al Tiber nuestras vidas, de quien se que seran fauorescidas. (111, 65) Del agua triumphan, y de su corriente con gran presteza, y poderoso aliento (111, 67 ab) Sólo calla Dávalos la reclamación de Porsena y el posterior perdón. Cuenta Boccacio haber leído (cap. LI) que Hippo fué presa por aca- so de unos marineros; D5valos presenta las cosas de otro modo, y así dice que yendo la noble griega por el mar quedó de pronto "sin viento alguno" y vióse así sorprendida por un barco corsario, que rinde al navío griego. Hippo es llevada como rehén. Boccacio cuenta que advertida ella sobre que los sol- dados buscaban gozarla se echó a la mar, donde pereció; Dávalos recuerda lo mismo, pero calla el posterior hecho de su entierro en el puerto eritreo y la noticia del túmulo que los lugareños le levantaron. La historia se cierra en los dos libros con una reflexión, cuya semejanza sólo puede buscarse en el intento. A Veturia recuerda Boccacio en el cap. LIII, y de ella hace mención la Defensa en el último canto, sin hacer hincapié en los hechos que ocuparon la atención del italiano. Dávalos sólo recuerda que "aplacó y venció" a Co- riolano (VI, 34 d). Si buscáramos huellas boccaccianas entre el extenso relato sobre Ar- temisa (que apenas ocupa tres estancias en la obra de nuestro astigitano) po- dríamos hallarlas en la aclaración de que el monumento levantado por Arte- misa a la memoria de su esposo fue mucho tiempo nombrado entre las siete marauillasas cbras del mundoJ' (Cap. LV, fol. 62 vto. a ) vertida por Dávalos así: Ocupase en hazer aquel famoso Mausoléo, del Orbe conoscido, de tan gran marauilla, y tan precioso, que por vna de siete fue tenido: (III,74 abcch) Calla Dávalos las empresas guerreras de la insigne viuda, aun cuando pudiéra- mos disculparlo por el hecho, que Boccaccio mismo aclara, de que los escrito- res no ,estuvieran de acuerdo en atribuir las empresas dichas a Artemisa sino a Arquimedora. Nada dice Boccaccio sobre la muerte de ella, que Dávalos expresa con el siguiente eufemismo: Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.9, 1953

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