Fénix 9, 81-196

Magnífico la recuerda en el Cortesano. Y sabe Dios si el nombre griego de Africa, que Dávalos asimila, haya cie relacionarse con el mismo de Scitia, que Boscán respeta en la versión española y Dávalos utiliza en más de una opor- tunidad, bien que en la literatura medieval española hallaríamos infinidad de testimonios parecidos. Sólo tos casos de Artemisa (111, 723, Zenobia (IV, 41) y Semíramis (IV, 25), citaclas de paso por Castiglione, ocupan detalle y ex- plicación en la Defensa, que acá parecece distanciarse del modelo. Si Dávalos, al fin y al cabo, es hombre de gusto y hombre esforzado, buena razón hay para sospechar que obedece así a las condiciones que exigía para el cortesano Micer César Gonzaga: ser "mo-$ido y levantado con la con- versación y amor" de las mujeres. VERSIFICACION Un estudio de los 3,728 versos que comprende la Defensa nos propor- ciona un cuadro heterogéneo. Es de comprender que la exposición detallada de esa investigación (que he emprendido y terminado) proporcione material que excedería el de un libro común. Claro es que no se nos ofrece acá el panorama rico y vaiiado de la Miscelánea, donde abundan ejemplos de di- versa factura (aun a pesar de que privan los modelos italianos: tercetos, so- netos, bien que la voz más cercana, como vimos, era la de Garcilaso o la de Herrera), y donde es fácil e instructivo rastrear influencias y descubrir la des- treza en el versificar de Dávalos, ora cuando imita, bien cuando traduce, ca- da vez que inventa, en el sentido puramente etimológico. El horizonte de la Defmsa en materia de versificación es, pues, mo- nótono: no hay sino estancias dispuestas en octavas. El tono se hace propicio, por tema, a los versos de arte mayor. Una primera impresión nos inclinaría a recordar, utilizando por guía los esquemas sintácticos, las formas medieva- les de Juan de Mena. Un oído más atento descubriría de cuando en cuando ( y ya no es novedad, a esta altura del trabajo) ritmos de Garcilaso, cuando no versos enteros adaptados por el astigitano. Un profundo análisis nos des- cubre que priva en toda la obra una versificación de ritmo irregular, en que se confunden sin orden preciso, y sin responder a forma susceptible de redu- cirse a cuadros rítmicos capaces de servir de cartabón, los yámbicos y los ana- pésticos, con diversidad de acento; algunos anfibráquicos, gran proporción de endecasílabos netamente españoles del tipo B2; buena cantidad de formas del tipo B1, mayor número del B3; algunos yámbicos puros; ejemplos también del tipo A; endecasílabos de acentuación típica italiana, otros de escuela por- tuguesa y uno que otro francés. Algunos ejemplos, asimismo, de versos de ar- te mayor, ateniéndonos al concepto que de ellos tenía Foulché-Delbosc. He- mistiquio~a veces simétricos, casi siempre asimétricos. Cesuras irregulares, discordantes; quiasmas caprichosas. Y sobre todo, consonancia pobre, librada a la im~provisación y urgida por lugares comunes. Quizá lo más curioso e importante que valga la pena destacar en este capitulo es la abundancia de ejmplos de versificación rítmica irregular, pues son raros en la época filipina, en que predomina la versificación siláhica, re- Fénix: Revista de la Biblioteca Nacional del Perú. N.9, 1953

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx