La expedición libertadora

87 PROCLAMA DEL DIRECTOR DE LAS PROVINCIAS UNIDAS JUAN MARTIN DE PUEYRREDON SOBRE LA RECONQUISTA DE CHILE Y DECLARACION DE GUERRA. 10 de septiembre de 1816. (51) Las Provincias Unidas del Río de la Plata: Por sola la memoria del antiguo Amán, revientan los judíos en imprecaciones tan indisimulables, que provocadas con su nom– bre se descubren á la vez en medio de los mayores riesgos. Tal ~c distinguen los desgraciados chilenos por el encono impotente con que declaman contra los usurpadores de su país. Las Pro– vincias Unidas tienen satisfacción de haber aliviado la orfandad de tres mil emigrados. Pero tampoco pueden ser indiferentes á sus grandes privaciones en los primeros objetos del corazón y <le la necesidad humana, en unos objetos que no son substituibles. ¿Quién contempla sin horror á los piratas de Abascal, dominando Chile contra todos los derechos de la sociedad y con ultraje de la naturaleza, cebados en un millón de víctimas indefensas que des– pedazan ha dos años? Abrase la campaña que redima á nuestros hermanos. Volvámosles á su patria, á sus familias y á su tran– quilidad ó perezcamos en Ja obra más justa. Si la Providencia Divina aun quiere llover castigo sobre América, nosotros nos re– signamos en sus altos decretos, ni desesperamos un día de gloria. ¡Chilenos! Vosotros que palpasteis la necesidad de asegurarnos por tierra y mar antes de repartirnos en empresas cuyo mal re– sultado desanimaba vuestro remedio, envolviéndonos en vuestras ruinas, veréis las huestes de Ja libertad sobre los Andes, luego que descubran camino esos cerros de nieve. El coronel mayor San Martín, general nombrado, tiene fuerza que imponer á los tiranos. El en tusiasmo general y Ja disciplina del soldado justifican una felicidad segura. Las Provincias Unidas, victoriosas en toda la redondez de su territorio y señoras de la mar del sud, no descu– bren otra atención que las desgracias de sus vecinos y de sus her– manos. Los esclavos de Abascal resentirán sobre sus cabezas las laureadas escenas que los aterran en el Perú y nos reponen en su dominación. Los diez lobos de Talavera son mucho menores que los que enjauló cuatro años Montevideo, hasta que aprovechando Ja puerta de mar sumidos en el agua libraron del fuego. ¡Mise-

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