La expedición libertadora

133 Buenos Aires, 2 de noviembre 1816. (70) Mi amigo amado: Antes de ayer llegó el correo con la última de usted del 20 próximo pasado y está mi cabeza de tal suerte que no sé si he r.ontestado á la anterior del 13. Los nuevos movimientos de Eulnes en Córdoba me tienen sin sosiego. He mandado en dili– gencia á un oficial para que haga retroceder una tropa de carre– tas que había despachado con armas y municiones para Bel– grano, para evitar que caiga en manos de aquellos facinerosos. También he mandado detener la primera división del número 8 que estaba en marcha hacía ya cinco días, para que se le reuna la segunda, que saldrá dentro de cuatro á seis, á fin de que sea más fuerte y vaya libre de un insulto, ele. El congreso pare– ce que resolvió que se mandasen tropas de aquel ejército sobre Córdoba, y con este motivo Bulnes se ha puesto en arma y S!! prepara á salir de la ciudad para resistir. Si el congreso no se hubiera metido en esto, habría cumplido su institución, y no me habría hecho el mal que es de costoso remedio. Todo se serena· ba, empezaba á renacer el orden y todo se ha alterado por una disposición intempestiva, imprudente é impolítica. Para reme– diar estos males y para persuadir al congreso del peligro que ofrece su venida á esta capital y de la importante conveniencia de que se sitúe en Córdoba, mando en comisión al deán Fúnes y al amigo doctor Castro, llevan también el objeto de pacificar á Córdoba, y de pasar el último á Salta en el designio de per– suadir á Güemes la necesidad de que se dedique al estudio de matemáticas, para mejor conocer el terreno en que ha de hacer la guerra. Ya dije á usted en mi anterior última la situación en que que– daba Dorrego por su incorregibilidad, y por sus intentos inícuos. Como ayer fué día de Todos Santos no se ha podido buscar en- tre los comerciantes libranzas para los treinta mil pesos, pero haré diligencia con empeño, y si no se consigue remitiré la plata á todo riesgo aunque sea en oro por la posta, para el tiempo que usted me la pide. Por más que diga Ureta y por más que se hable en Chile de venir Marcó á Mendoza, yo no lo creeré si no lo veo. Sería pre-

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