La expedición libertadora

166 solamente provinciales sino de pueblo á pueblo, podemos consti– tuirnos nación? s~ ¿Si los medios violentos á que es preciso recurrir para salvarnos tendrán ó no los resultados que se proponen los bue– nos americanos, y si se podrán ó no realizar, contrastando el egoísmo de los pudientes? Seis años contamos de revolución y los enemigos victoriosos por todos lados nos oprimen: falta de jefes militares, y nuestra desunión son las causales ¡Y se podrán remediar! Puede demostrarse que no podemos hacer una guerra de or– uen, por más tiempo que el de dos años, por falta de numerario y si sigue la contienda, no nos resta otro arbitrio que recurrir á la guerra de montonera y en este caso sería hacérnosla á nos– otros mismos. Ya está decidido el problema de la Inglaterra, nada hay que esperar de ella. Ahora bien, ¿cuál es el medio de salvarnos? Yo lo sé, pero el congreso lo aplicará como tan interesado en el bien de estos pueblos; resta saber, que si los tales medios no se toman en to– do este año no encuentro (según mi tosca política) remedio al– guno. Se acabó. Mucho me ha tranquilizado lo que usted me dice acerca de la probabilidad ce la unión del Paraguay y de la Banda Orien– tal. Dios lo haga, pero yo apostaría un brazo que no se verifica y aseguro á usted por mi honor, que me alegraría perderlo: el tiempo por testigo. Ya no creo necesaria mi ida á ésa en razón que Pueyrredón me escribe me entienda con el director interi– no en un todo, en el entretanto él regresa. Yo lo celebro mucho pues mi mala salud habría padecido mucho con tal viaje. He vuelto á emprender la construcción del campo de instruc– ción y voy á extenderlo para tres tantos más que el ya cons– truido: sin este arbitrio no habrá soldados. Sigue la intranquilidad por ésta, pero el numerario me apura mucho. Su señor padre está completamente sano y más robusto que r•unca, lo mismo le sucede á Molina. Muchas cosas á los compañeros, quedando como siempre su lírnigo Q.B.S.M. José de Sn. Martín. -0-

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