La expedición libertadora

227 dos con la misma sangre, que deseaba conservar: pero ahora que un destino superior me conduce a libertaros de una dominación estra– ña, mi humanidad se satisface y mi carácter pacífico empieza a gus– tar la lisonjera esperanza de que la obra de vuestra redención va a estrechar los lazos que unieron nuestras voluntades. Año y medio que consagré rr.is tareas a labrar la fortuna de este suelo, fué bas– tante para penetrar vuestro genio y virtudes; y al mismo tiempo que mi conciencia me rinde la satisfacción de no haber mancillado con injusticias la elevación de tan augusto ministerio, estoy persua– dido que los chilenos pueden muy bien ser arrastrados por el torren– te de la sedición, o facinados con ideas halagüeñas; pero jamás se logrará arrancarles el gérmen precioso de su amor y adhesion al so– berano. ¿Ni cómo han de alcanzar tamaña empresa los que han he– cho pasar su voluntad por la de un legislador suficientemente auto– rizado, o por el sufragio libre de los pueblos legalmente explicados, los que han introducido la desolación en vuestras familias con nu– merosas conscripciones, y los que han arruinado vuestros haberes con gabelas arbitrarias? ¿Cómo habeis de besar gustosos la mano déspota que os avasalla, cuando sin consultar vuestro albedrío, con– fundiendo las gerarquias consagradas por una respetable antigüe– dad, y por el invariable sistema de sociedades, han proscripto los timbres y geroglíficos, con que el mérito y las virtudes se anuncia– ban para su ejemplo a la posteridad? ¿Cuándo introduciéndose atre– vidamente en el santuario os privan de vuestro pastor legitimo, y de– jan vuestras conciencias sin autoridad que las dirija, consuele y de– sengañe? En cambio de esta funesta perspectiva yo os presento la de la paz venturosa e inalterable tranquilidad: no hay fuerza que resis– ta el poder invencible de las armas que mando. Unión, valor y disci– plina es la insignia con que se distinguen mis soldados: no temais veros ultrajados por la inmoralidad, o el pillaje, ni que yo confunda las acciones arrancadas por necesidad, y castigue desvaríos en que no ha tenido parte una razón dañada. Quien os salvó antes de ahora y supo excitar hácia vosotros toda la ternura de su monarca, posee títulos bastantes para merecer vuestra confianza. Huyan si hay algunos chilenos ilusos que abriguen pertinazmente en su cora– zon la semilla de la iniquidad, y vayan con sus corifeos a ocultar su vergüenza al otro lado de los Andes: los que perseveran fieles, o es– tán arrepentidos de pasajeras prevaricaciones, espérenme tranqui– los, o vengan a unírseme si pueden, sin caer bajo la atroz venganza de nuestros enemigos. Nadie abandone sus hogares y familia: las triunfantes banderas del rey no vienen a destruir, sino a cubrir con sus alas protectoras a vasallos desgraciados: conspiren todos a evi-

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