La expedición libertadora

279 lo repita. La misma precaución debe tornarse con todos los oficiales europeos y aun americanos que no sean de confianza. Se va á tratar de escoger á un hombre de amabilidad y talento para diputado cerca de ese gobierno: son tan escasos los hombres de estas calidades, que tiemblo cuando me veo en la necesidad de emplear alguno: para ello he pedido el auxilio de mis amigos. No me parece conveniente que usted separe de ese ejército los oficiales que haya de confianza, para formar el ejército de Chile: p ero es muy importante que coloquemos en él personas que estén siempre en nuestros intereses, para que sostengan en todo tiempo á O'Higgins contra cualquier intento de sus paisanos. Pa– ra esto he pedido también á mis amigos una nota de los oficiales sueltos que haya aquí más escogidos y dignos por sus costumbres, educación y cuna, y caminarán muy pronto con otros varios de los franceses y americanos que vinieron con Carrera. Entretanto lle– gan éstos, puede usted colocar en comisión algunos de su ejército que no sean de suma falta. Que vengan sin falta y antes que se cierre la cordillera los dos mil reclutas pedidos, porque aquí está ahora la mayor nece– sidad; y alguna plata, aunque sea estrujando á los godos. Espero las resultas favorables de la expedición de 1200 hom– bres sobre Concepción, para dar el último suspiro de desahogo y consuelo en los asuntos de Chile. Muy bien hecho en elevar á escuadrón la escolta de usted pe– ro para la aprobación que usted quiere, es preciso que lo propon– ga usted de oficio con el estado de los oficiales para los despachos que deben expresar su destino, á menos que no deba ser del mis– mo regimiento de Granaderos. Si no pueden devolverse hoy las dos comunicaciones de Pezue– la, porque he mandado sacar copias para remitir a Belgrano y de– jar aquí, irán en el inmediato correo. Irán los 400 sables que usted me pide, aunque no tengo en la sala de armas más que 340; en la campaña hay repartidos más de 3000, y no vienen á venta, al paso que han cargado las remesas de fusiles. ¿Cómo quiere usted, amigo mío, volver á Mendoza para res– tablecerse? ¿cree usted que mejoraría de temperamento? Retírese usted al campo enhorabuena por los días que necesite; pero aun– que usted no haga nada, la sóla presencia de usted me basta para que yo esté en confianza y basta también para que haya orden en

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