La expedición libertadora

315 tuvo para su viaje precipitado. Aplaudo y agradezco el celo con que usted corre á todos los peligros del Estado; pero siento que un concepto equivocado de riesgo haya privado á usted de la como– didad que podía disfrutar por algunos días hasta que se tocase otra nueva tarea. Es sin duda el mismo concepto de hallarse este pueblo en riesgo de ser destrozado por los anarquistas, que movió y decidió al go– bierno de Chile á mandar sus embajadores cerca de Artigas, y usted á apoyar esta determinación de oficio y confidencialmente. Ya ha debido usted ver á esta fecha que nuestra situación es muy distinta á la que se creyó; y que lejos de necesitar padrinos, estamos en el caso de imponer la ley á los anarquistas. Pero prescindiendo de esta actitud ¿cuáles son las ventajas que usted se ha prometido de esta misión? Es acaso docilizar el genio feroz de Artigas ó traer á razón á un hombre que no conoce otra que su conservación; y que está en la razón de su misma conservación el hacernos la guerra? El sabe muy bien que una paz proporciona una libre y franca comunicación, y que ésta es el arma más segura y eficaz para su destrucción, por– que el ejemplo de nuestro orden destruye las bases de su imperio; esto lo empezó á sentir el año pasado, y por eso me remitió todos los oficiales prisioneros y cerró los puertos orientales á nuestro co– mercio sin antecedente ni motivo. De aquí que él siempre dice qué quiere la paz; pero sujetándola á condiciones humillantes é inju– riosas á las Provincias Unidas; y de aquí es también que nunca ha podido celebrarse un ajuste permanente con esa fiera indócil. Jamás creería él, que Ja misión de Chile había sido oficiosa de aquel go– bierno; y sí que éste la había solicitado por debilidad y temor á su situación. Resultaría de aquí un nuevo engreimiento para él y un mayor aliento á sus bandidos; á quienes tendría esta ocasión más de alucinar. Por otra parte, ¡cuánto es humillante para nosotros ver que la embajada se dirija á Artigas para pedirle la paz, y no á este go– bierno! Esto prueba que aquél es el fuerte, el poderoso y el que lleva Ja opinión en su favor; y que nuestro lugar político es subor– dinado al de aquél. Los extranjeros que vean y sepan este paso de– gradante para nosotros ¿qué juicio formarán? Hay tantas razones, que me es imposible vaciar en lo sucinto de una carta, y que se opo– nen á que se realice, que me he resuelto á prevenir á los diputados que suspendan todo paso en ejercicio de su comisión: también lo di– go á usted en contestación á su oficio. ¡Con que el ejército fué pagado hasta fin de diciembre! Gracias á Dios que estarán sin necesidades nuestros oficiales.

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